Ha muerto Víctor Salvador, el primer cocinero salmantino en traer para la ciudad una Estrella Michelín. Sus compañeros de Casa Valencia aseguran en sus redes sociales que es «un día triste para todos. Parte un gran profesional. Primera Estrella Michelín de Castilla y León y grandisimo cocinero».
Además, desde Casa Valencia expresan su tristeza porque el que ha muerto es «un Amigo. Siempre con su sonrisa, como se le ve en esta imagen. Mis padres tienen infinidad de vivencias, yo también. Recuerdo con mucho cariño cuando de niños íbamos (todos hijos de los locales de hostelería de la zona) de la Plazuela de la Libertad a buscar helados hechos por él. O como cuando me hice cocinero me regalo un juego de cuchillos buenísimo, bueno me pidió cinco pesetas para que no fueran regalados así no se cortaba uno con ellos. Se te va a recordar mucho Víctor. Gracias por todo».
El sumiller Javier Ramos le dedica también palabras de agradecimiento y tristeza: «Maestro, amigo, compañero fue un placer, lujo, «máster clase como llaman ahora trabajar contigo» seguro que Dios te tratará como tú nos trataste, D.E.P. MAESTRO».
La Estrella Michelín
Tuve la ocasión de entrevistar a Víctor Salvador para El Adelanto, le pregunté si la Estrella Michelín le había dado alegrías, responsabilidad o preocupaciones.
Este fue su respuesta:
Ahora que veo los toros desde la barrera puedo decir que la Estrella Michelín nos toca la vanidad y mucho. Siempre comentaba que repartían pocas, porque había muchos cocineros que se la merecían. Durante los 27 años que la tuvimos, siempre me veía defectos y faltas y me preguntaba por qué me la seguirán otorgando. La Estrella Michelín nos hace sentir importantes, porque es la leche, pero también da mucho insomnio y mucha diarrea. Todos los años, cuando se acercaba el momento de la entrega de premios, lo pasaba fatal, y no me da vergüenza decirlo, porque siempre estabas en el ojo del huracán.
¿Fue duro cuando se la quitaron?
Fue duro, pero me lo merecía porque uno envejece. Tienes un negocio que funciona más o menos bien y te aburguesas al tener una clienta asegurada. Además, te vas haciendo mayor y no tienes la misma capacidad de crear, ni las ganas de complicarte la vida, ni el atrevimiento de cuando eres joven. Sabía que tarde o temprano me la tenían que quitar porque había cocineros con muchos más méritos, pero lo pasé mal cuando me la quitaron. Luego me hice a la idea porque estaba cerca de la jubilación, aunque reconozco que me hubiera encantado hacerlo con la Estrella Michelín. Eso sí, el premio más grande que te pueden dar es que los clientes se fueran satisfechos y repitieran.