[dropcap]H[/dropcap]ace aproximadamente ocho años mi vida cambió radicalmente. En medio segundo, una vida planificada y resuelta se vino abajo y tuve que aprender a vivir de otra manera. Nunca supe que me deparó la vida, ni que hubiera sido de ella, si aquello no hubiera pasado. Me volvió la espalda quien nunca creí que lo haría y siguió en la misma aquellos que realmente merecen estar. Conocí personas que nunca hubiera conocido de otra manera y que valió la pena conocer. No diré que fue fácil, sigue sin serlo, pero nunca sabes que te depara el destino y si ello será mejor que lo tenías.
¿Por qué les cuento esto, cuando de mi vida personal no hablo públicamente? Porque hoy lo he vuelto a oír. En este caso, con un menor, víctima de acoso escolar y por parte de un funcionario .”Tiene que perdonar. Volver a ser amigos, que la vida sigue“.
Efectivamente, la vida sigue, como siguió la mía, pero no de la misma manera. No perdoné a quien me dio la espalda porque tengo el derecho a no hacerlo. Aprendí a vivir con ello porque así lo decidí y a valorar a quien estuvo y están a mi lado. Si para una persona adulta no fue fácil cambiar su manera de vivir y de pensar, imagínense para un niño o niña que no tiene un explicación y que se echa la culpa de la situación que vive, que de repente, se ve en otro colegio con personas desconocidas, en manos de personas extrañas a los que cuenta sus problemas, tratando de buscar un alivio y con gente muy tóxica murmurando a sus espaldas, que creen saber todo y opinan alegremente de lo que nunca sabrán, sin saber realmente todo el daño que pueden llegar a hacer.
Hay expresiones que hacen el efecto contrario, no se puede perdonar a quienes nunca han pedido perdón, ni tienen intención, ni hay que imponer amigos que resultan enemigos a quien no los quiere, no caigan en esa provocación y den la importancia que debe tener a lo que es importante. Y hagan ruido, mucho ruido a ver si desde las fiscalías, juzgados de menores, centros educativos, inspecciones y demás estamentos se acaban de dar cuenta que reconocer un caso de presunto acoso escolar, es avanzar hacia una sociedad que protege a sus niños, niñas y adolescentes y no los desampara cuando surge un caso dejando en evidencia una ley de protección a la infancia anunciada a bombo y platillo y que no está cumpliendo el objetivo para el que fue creada.
Asociación Salmantina Contra el Bullying y el Ciberbullying