[dropcap]P[/dropcap]odemos considerar el lenguaje gestual como un recurso cerebral para mostrar socialmente nuestro estado emocional. Fotográficamente, la descripción gestual es fundamental para dar contenido a un retrato o captar una escena social cuando queremos mostrar a través de una imagen fija, algo más allá de una buena composición.
Plasmar en una fotografía recursos emocionales como sentimientos, instintos o estados de ánimo dependerá de la pericia y el conocimiento de quién esté detrás de la cámara, tanto si es un posado como si es un momento circunstancial, no es lo mismo enfrentarse a momentos emotivos de dolor que a momentos distendidos de alegría.
Realmente, todo retrato puede considerarse psicológico, si lo interpreta una persona experta en la materia, destacara detalles gestuales o emocionales que para nosotros pasan desapercibidos, aunque solo se considera fotografía psicológica aquella en la cual la intención del artista es manifiesta.
Pero hay otros aspectos de la psique que no están tan interpretados y aunque la fotografía tiene tantos recursos como la capacidad de nuestra imaginación, la verdad es que no siempre tenemos la lucidez necesaria para recrear una idea fotográficamente y la dejamos en stand by esperando que surja el momento.
Hace tiempo me propuse interpretar lo que conocemos como un dèja vú, esos momentos que creemos haber vivido con anterioridad, hoy rescato esta fotografía tomada en la plazuela del salmantino Barrio del Oeste, aprovechando un escaparte formado por varias láminas de cristal en disposición curva.
Observé como la misma escena se desarrollaba en diferentes reflejos, variando levemente el fondo de cada imagen, creando cada reflejo un contexto diferente para un mismo instante, dado que para vivir un déjá vu necesitamos diferentes espacios temporales, me pareció haber encontrado una buena solución.
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