Con la presentación del nuevo libro del Centro de Estudios Bejaranos La epidemia de gripe de 1918 en el partido de Béjar se inició esta semana el primer acto del programa “Tardes de verano en San Francisco”.
Tras unas breves palabras de la presidenta del Centro, Josefa Montero García -que agradeció la asistencia de los presentes, en especial del alcalde de Béjar Antonio Cámara-, y una introducción del médico bejarano Luis Rodríguez, que desveló algunos de los aspectos más interesantes analizados en sus páginas como la relevancia de su colega Ramiro Arroyo en una pandemia de gripe que causó centenares de muertos en nuestra ciudad, Carlos Javier Salgado Fuentes ahondó en esta nueva publicación, la número diez de la Colección “Varia Bejarana”.
Varios fueron los factores que provocaron que la mal llamada “gripe española” de 1918, dado que su origen no provino de nuestro país, tuviera una gran incidencia en Béjar, entre ellas la falta de salubridad, la carestía de los alimentos, el desempleo y la malnutrición. Así se explica en parte que en un mes y medio que duró la gripe (desde principios de septiembre hasta mediados de octubre) enfermara la mitad de la población y murieran unas doscientas personas.
Salgado, a través de estadísticas, gráficos y mapas, mostró la incidencia en los distintos municipios del partido, la mortalidad y la morbilidad de una epidemia que afectó a toda la pirámide de edad y que puso en serios aprietos a un consistorio bejarano, bajo la alcaldía de Esteban Tapia, que continuamente pedía al gobierno civil ayuda en cuanto a sistemas de desinfección y asistencia médica, pues muchos de los facultativos enfermaron por la gripe.
El diputado de la provincia Filiberto Villalobos se personó en distintas ocasiones en Béjar y en los pueblos de su partido para conocer de primera mano la situación y asistir a los enfermos en su calidad de médico.
Destacable fue la labor de los médicos Ramiro Arroyo y José González Castro en Béjar, éste último además corresponsal de El Adelanto, que asistieron a cientos de personas diariamente en jornadas maratonianas de más de dieciséis horas.
Esta situación se ve reflejada en el excelente óleo que sirve de cubierta de este libro, una obra de Valeriano Salgado Sánchez que representa a Ramiro Arroyo atendiendo a un niño enfermo bajo la atenta mirada de su madre. De hecho este médico tomó muestras de los esputos de los enfermos al considerar que aquella enfermedad no era una oleada de gripe conocida, sino un nuevo virus al que no se podía hacer frente de igual manera.
Por ejemplo recomendaba fabricar mascarillas caseras e incluso dio instrucciones para su confección. Las muestras tomadas en Béjar fueron al final las que llegaron a Madrid al laboratorio del prestigioso Santiago Ramón y Cajal, quien corroboró precisamente la teoría de Arroyo.
La excelente investigación de Salgado Fuentes bucea las hemerotecas, el Archivo Histórico Municipal de Béjar y los archivos parroquiales para ofrecer un panorama completo de lo que significó para la sociedad bejarana una pandemia que asoló la ciudad y su partido durante casi dos meses, ofreciendo una situación dantesca en la que los médicos y la administración municipal lucharon codo con codo para afrontar una enfermedad desconocida que se cebó sobre todo en las clases más desfavorecidas.
El libro reconstruye una situación que hoy, por desgracia, nos toca de cerca. Como apuntó el médico Luis Rodríguez en la presentación, quizá dentro de cien años otro investigador similar a Salgado Fuentes publique sus conclusiones sobre esta otra pandemia, la de la Covid 19, que hoy nos sigue azotando.