[dropcap]C[/dropcap]laro. A ti te dicen que eres un fracasado o una fracasada y qué vas a hacer. No hay almohada que mulla tal cabeza. ¿A quién le va a apetecer fracasar? Hannibal, con el puro entre los dientes ya lo decía mientras encendía la cerilla. “Me encanta que los planes salgan bien”. Apadrinando semejante axioma, normal que fuera el cerebro del grupo.
Nuestra amiga Academia de la lengua dice que fracasar, dicho de una pretensión o de un proyecto, equivale a frustrarse. De una persona, tener resultado adverso en un negocio y especialmente de una embarcación cuando ha tropezado con un escollo: Romperse, hacerse pedazos y desmenuzarse.
Vamos, que cuando fracasamos nos frustramos, nos ha ido mal en un business o hemos cambiado un barco por leña mojada. Apetecible… Frustrarse, perder pepitas de oro o nadar desde el medio del mar…
La cosa es que parece un concepto letal, ¿no es así? Has fracasado y hasta aquí han llegado tu vida y esperanza. Te marcan con un hierro al rojo y ya, para siempre jamás. Aquel fracaso…
A lo mejor la palabra, o las palabras más bien, no son tan fuertes como las tildes y los tonos con los que las vestimos. Porque en este caso, me temo que tú, proyectándome yo en ti, has fracasado más veces de las que has triunfado. Y con toda probabilidad, cada uno de tus éxitos habrá dejado un reguero de fracasos ajenos que, eso sí, te darán tan igual que ni siquiera los habrás observado.
Un ejemplo de final de verano en el sentido de las pretensiones. Conoces a una persona que te atrae. Atraes a la persona que acabas de conocer. Todas aquellas otras a las que también les guste estarán abocados al fracaso, porque tú te has llevado la corona de laurel. A quienes les gustes tú, pues lo mismo. Una victoria y mil fracasos. Están tan, tan cerca, van tan de la mano, que saben convivir.
Otro ejemplo de otoño para el sentido del negocio. Has sido la mejor candidatura de la entrevista. Empiezas el lunes. ¡Éxito! El nuevo trabajo tiene un horario incompatible con el tiempo libre de la persona del párrafo anterior. Fracaso. El café de la parada para el café sabe distinto hoy. Tus ojos son nuevos. – Compi de trabajo nuevo, ¿tomamos otro después de fichar? –
Que no es agradable fracasar, obvio. Que tú llevas toda la vida acumulando más fracasos que éxitos, también obvio. Que lo uno sin lo otro haría que ninguno fuera, evidente. Que no es algo exclusivo de tu existencia, sino una constante de todos y cada uno de los seres vivos que han pisado el planeta, debería ser suficiente para que la palabra “fracaso” se acerque más a “no ha salido como yo quería” que a ser motivo de vergüenza.
Aprende de una vez. Sigue equivocándote. Siempre que no vayas en barco, claro.