Todo ha ocurrido en Londres. Recurrimos a Federico Trillo, por aquello que fue embajador en la capital inglesa, para resumir con una expresión chabacana lo que debía de estar pensando la reina Letizia en la abadía de Wetsmister: «¡Manda huevos!» Exabrupto que al ser pronunciado en el Congreso de los Diputados, casi es un postulado.
Puede ser que la reina Letizia repetía metalmente la frase de Trillo, cual mantra en Westminster, pero si la cara es el espejo del alma, la esposa de Felipe VI no pudo disimular que el protocolo británico, ese que la acomodó junto al rey emérito, no le sentó nada bien.
Su sangre, como todos sabemos, es cien por cien plebeya, pero la de su hija la Princesa Leonor, tiene mezcla. Por ese 50% ella, Letizia, puede tomar prestada otra de las grandes frases que están en el imaginario español y que la pronunció la Princesa del Pueblo: ¡Por mi hija, mato! Quizá el no tener ni una sola gota de sangre azul, es lo que hizo que la reina se pusiera amarilla de la frustración que le causó estar codo con codo con su suegro.
Así, durante la ceremonia religiosa, se pudo ver a una Letizia circunspecta, tanto apretaba los dientes y los labios que le hemos visto arrugas por primera vez en mucho tiempo.
En la retransmisión de la televisión inglesa ya vimos sentados a los cuatro reyes españoles. Un favor que le hizo a la Casa Real Española, no sabemos si por centrase más en sus personajes o por evitar que se viera caminar juntos a don Juan Carlos y doña Sofía y a Felipe VI y doña Letizia.
Hacía tiempo que doña Sofía no compartía plano con su marido. Doña Sofía, que no ha ido a ver a su esposo a Abu Dabi desde que decidió instalarse allí, ha hecho de tripas corazón y ha caminado a su lado, teniendo un bastón de por medio que le daba la distancia social que seguro agradeció. En ningún momento se ha acercado para auxiliarlo en su lento y torpe caminar.
Una vez concluidos los oficios en la abadía en recuerdo de la reina Isabel II, los actos han permitido que don Felipe y doña Sofía pudieran ‘relajarse’ un poco. Madre e hijo acudieron juntos a la ceremonia de despedida en la capilla de San Jorge en Windsor. Ni doña Letizia, que viaja a Nueva York para asistir a un acto de la ONU, ni don Juan Carlos han estado presentes, por lo que Felipe VI y la reina emérita han tenido un momento oficial para ellos, que a buen seguro han agradecido.