Vivir en un piso de estudiantes puede ser todo un reto, pero lo que no se puede negar es que es toda una experiencia. No solo es aprender a cocinar o dar la cara frente a los vecinos que se quejan del ruido, es aprender a convivir y madurar. Es una etapa que vas a recordar siempre y que, si es grata, recordaras con cariño y sentirás ese sitio como tu casa siempre.
Texto: Laura Tejero Gil
Vivir en un piso de estudiantes, todo un reto, y más si antes de esto has estado en una residencia o colegio mayor. Llegas a lo que va a ser tu casa hasta que termines la carrera y ahí realmente te das cuenta de lo que es independizarse.
Si estás a punto de comenzar esta aventura hay varias cosas que debes saber. Punto número uno: no te molestes en hacer un horario de limpieza o intentar repartirte las tareas del hogar. Está muy bien eso de pretender mantener la casa limpia, pero realmente acabarás limpiando el día que tengas un rato libre, por aburrimiento o únicamente cuando sea estrictamente necesario.
De la mano de la limpieza viene el segundo consejo, la fiesta gusta, y más la de Salamanca, pero piénsate si realmente quieres ofrecer tu casa para hacer botellón.
Al principio es muy divertido que tus amigos vengan a casa, pero a la mañana siguiente al levantarte acompañada de un buen dolor de cabeza, ver el salón repleto de botellas vacías, vasos usados y el suelo como si tu casa hubiese la discoteca en la que has estado hace pocas horas ya no es tan agradable.
El tercer aviso tiene como protagonista un elemento muy importante al que empiezas a dar mucha importancia cuando te vas de casa: el dinero.
Comienzas a entender cuando tu madre te decía “no gastes el dinero en tonterías” en el momento en que tienes que hacer la compra, pagar la luz, el agua y, encima, no puedes perderte un jueves porque, claro, una fiesta no se recupera… Ahí es cuando te das cuenta de la importancia del significado de la palabra ahorrar. Eso sí, ya puedes tener en la nevera dos yogures y un cartón de leche medio lleno, que alguna lata de cerveza hay seguro.
En cuarto lugar y, probablemente, este sea el consejo más valioso, elige una buena compañía. Al final da igual que la cocina lleve sucia dos meses, que tengas que limpiar el salón cada domingo o que tengas que hacer malabares para llegar a fin de mes sin la cuenta en rojos. Si estás bien acompañado una buena charla después de cenar en el sofá o el “marujeo” del domingo al levantarte mientras esperas un McDonalds, porque claro, es domingo y toca, hace que todo eso pase a un segundo plano.
Y, en quinto lugar, pero no menos importante: apaga la luz. Antes pensabas que la crisis era algo que solo afectaba a “los mayores”, pero cuando ves que tienes que llamar a tu padre otra vez más pidiendo dinero para pagar una factura… comienzas a hacer caso a eso que siempre te decían en casa de “¿qué te crees, que la luz es gratis?” y a buscar en RedOs a qué hora es más barata la luz para poner una lavadora.