[dropcap]E[/dropcap]l templo dedicado a San Blas, románico en sus orígenes, tiene añadidos góticos, barrocos y neoclásicos. En el siglo XIII fue una de las más importantes parroquias salmantinas. La iglesia fue construida por familias procedentes del sur de Francia y de Galicia. En el siglo XVIII la parroquia tenía 356 vecinos, solamente superada por San Martín. A San Blas estaban adscritos San Francisco el Grande, el Colegio Mayor del Arzobispo Fonseca y el Hospicio.
Cuando San Blas fue cedido al Ayuntamiento no tenía cubierta, los arcos estaban en muy malas condiciones de conservación, la piedra muy dañada, las cornisas desmoronándose y los muros perimetrales cediendo. La restauración supuso la intervención sobre las cubiertas, el saneamiento de la piedra y la instalación de nueva carpintería. El primer presupuesto fue de nueve millones de pesetas, tres de ellos fueron destinados a la indemnización a la familia de carboneros que tenía en arriendo el templo.
Durante la obra aparecieron dos canecillos románicos, uno con la cara de un evangelista y el otro con la cabeza de una cabra. Ambas piezas pasaron a formar parte de los fondos del museo de Historia de la Ciudad. Para acomodar el templo para auditorio se instalaron 300 butacas por valor de un millón de pesetas, y se construyeron vestuarios y servicios. El arquitecto director de la obra fue Fernando Bueno. La restauración de San Blas y el auditorio fueron inaugurados en las ferias de 1982.
1 comentario en «La gran obra de Astudillo»
Ahora por 9 millones de pesetas no restaurarían ni un peldaño de escalera. El Ayuntamiento se ha convertido en el chiringuito de algunas empresas.