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Opinión

La última estación

Un hombre en una estación de metro. Imagen de Pexels en Pixabay

Dicen que la vida da muchas vueltas y ciertamente es así. Hoy puedes estar en lo alto y mañana caer de golpe o al revés. Muchas veces de tanta vuelta que nos da, el vértigo de tanto sentir aparece y las vueltas de cabeza que acabas dando, te hacen parecer la niña del exorcista, muy indicado en estos tiempos de Halloween.

El vértigo de sentir no es más que una emoción que a veces llena el estómago de mariposas y otras levanta verdaderos tsunamis en esa cabeza ya cansada de pensar sin encontrar salidas, ni respuestas a tantas cosas que aparecen de golpe y que han estado sumando escondidas, esperando aparecer en el momento en que menos lo esperas.

Grandes tsunamis, de esos que arrasan con todo, sin tener compasión de lo que se llevan por delante, son los que sienten quienes el acoso escolar aparece por su vida y se encuentran con la negación, la victimización, los mensajes equivocados, las etiquetas y una vida en rebajas permanentes, sin que las hojas de reclamación sean tenidas en cuenta.

Un largo transitar que parece esa increíble vuelta a un mundo que se va a la deriva, mientras los ochenta días de aquellos dibujos que enseñaban que nunca hay que perder la ilusión de saber que el último momento, el tren que pasa sin esperarlo es el que tiene la clave para llevarte a ese destino que ya dabas por perdido, que la paciencia tiene un limite y cultivarla es un arte.

Sirvan estas líneas, para recordarle a todos esos niños que estos años, no me hubiera gustado conocer en un despacho y si en un parque, hoy ya en adolescencia y alguno siendo niños aún, con un futuro difícil, pero no imposible, que los tsunamis arrasan, pero se vuelve a construir y que las ganas y la fuerza de quien luchan por sobrevivir a contracorriente es la más admirable que existe, aunque esta sociedad todavía se vista de capricho y niegue las evidencias o cierre puertas a soluciones por mantener egos que ya están desfasados y descatalogados.

Recoger el guante, como si de un duelo a la antigua usanza se tratara, es una lucha cansada, pero que recompensa cuando ves que se vuelve a construir una sonrisa, una vida o una ilusión.

La fuerza, el tesón, el empeño y la cabezonería de seguir adelante con lo que es de justicia podrá tener trabas, pero se construye día a día, con ello otro carácter, otra manera de ver de vivir la vida y por supuesto descubres tus debilidades y fortalezas, mientras esperas en la estación que pase el tren para dejarlo pasar, porque tienes muy claro que ya te has bajado en la estación que tienes que estar porque el destino te paro allí.

Fuerza C volveremos a sentir mariposas.

Asociación Salmantina Contra el Bullying y el Ciberbullying

 

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