El juicio del año en Salamanca

El asesino de Garrido dice que estaba perturbado y salió a suicidarse, pero cambió de opinión y acabó matando a un hombre y dejando malherida a una mujer
El presunto asesino del crimen de Garrido durante su declaración en la Audiencia Provincial de Salamanca

Este martes ha dado comienzo el juicio con jurado popular por el crimen de Garrido, en el que murió un hombre y una mujer resultó herida muy grave y, aunque ha logrado sobrevivir, arrastra graves secuelas. El proceso, que se prolongará hasta este viernes, ha contado con la declaración del acusado, Emilio D.Y., quien ha asegurado que, “no es que no lo recuerde, sino que jamás haría eso”. También ha apuntado a su estado psicológico como lo que le habría llevado a actuar. 

Pasadas las 9:30 horas de este martes, Emilio D.Y., de 32 años, ha entrado en la Audiencia Provincial de Salamanca acusado de los delitos de asesinato, intento de asesinato y tenencia ilícita de armas. En este sentido, se le atribuye, presuntamente, haber matado a tiros a un hombre de 52 años, así como dejar gravemente herida a una mujer de 53 en el barrio salmantino de Garrido el 28 de agosto de 2021.

Al comenzar su declaración, el acusado ha querido “pedir perdón a las víctimas y familiares”. “Me arrepiento. No quería hacerlo. Si hubiera sido consciente no estaríamos aquí”. También ha remarcado que “no recuerdo lo que pasó, no recuerdo si disparé”. “Pero hay pruebas que son obvias”, ha matizado. “Al día siguiente me sentía como si hubiese tenido una pesadilla, un mal sueño”.

Tanto el acusado como su defensa han insistido en todo momento en el estado mental y la situación personal de Emilio. Así, en el escrito de la defensa se alegan “trastornos mentales por su consumo de alcohol y sustancias psicotrópicas (cocaína) y farmacológicas”. Además, el presunto asesino ha añadido que padece “trastorno límite de la personalidad” y que se ha intentado suicidar en varias ocasiones.

“Ese día, me levanté de la cama por la tarde. Estaba muy mal. Me tomé la medicación psiquiátrica, estuve bebiendo una botella de whisky y me metí dos rayas de cocaína”, ha expuesto. Tras ello, admite que cogió la pistola (la que presuntamente usó en el crimen) y se fue a la calle “para intentar suicidarme”. Sin embargo, “para coger más valor para hacerlo fui a seguir bebiendo”.

A partir de ese momento en que sale a la calle, insiste en que no recuerda nada, solamente “flashes, luces, colores intensos como el rojo o negro…”. De esta manera, durante las preguntas, tanto del fiscal, como de la acusación particular y la defensa, ha recalcado en diversas ocasiones no acordarse de lo que ocurrió. “No es propio de mí esa actuación. Jamás me acercaría a unos desconocidos, soy muy introvertido”, ha respondido al preguntarle si se sentó en la mesa con sus víctimas.

Por otro lado, respecto a la pistola con que cometió el crimen, ha afirmado que se la dejó un amigo para limpiarla, y que unos días antes trató de suicidarse “pero el arma no funcionó”. Asimismo, su abogado le ha preguntado por qué falló la mitad de los once disparos que realizó. “Es el acto de alguien que no está bien”, ha indicado.

La defensa también ha insistido en que dicha arma estaba en tan mal estado que suponía un riesgo y podía haber causado problemas al propio Emilio. Sobre ello, el susodicho ha confesado que le “daba igual morir, quería dejar de sufrir”.

Finalmente, la dedicación profesional del acusado es la de vigilante de seguridad, para la cual tuvo que superar una serie de pruebas, tanto físicas como psicológicas. No obstante, él mismo ha reconocido que no serían muy exigentes, y ha explicado que con anterioridad trató de acceder a la Guardia Civil y las Fuerzas Armadas, pero ahí no superó el examen psicológico. Además, ha añadido que también quería entrar en la Policía Nacional “para servir y proteger a la gente”.

Las penas

Tanto la Fiscalía, la acusación particular y la defensa coinciden en los delitos ya citados de asesinato, intento de asesinato y tenencia ilícita de armas. Pese a ello, desde el Ministerio Fiscal solicitan una pena de 36 años de prisión, así como 14 años de libertad vigilada, 10 de alejamiento y de destierro, y las correspondientes indemnizaciones económicas para la familia del asesinado y la mujer tiroteada.

La petición de la acusación particular aumenta la pena hasta los 41 años y 6 meses de cárcel. En último lugar, desde la defensa del acusado insisten en el estado mental del mismo, pidiendo un total de 14 años de condena: 8 años de cárcel por el delito de asesinato, 4 por el intento de asesinato y 2 por tenencia ilícita de armas. Asimismo, exponen citando la voluntad de su cliente que se destinen “todos sus bienes a reparar los daños causados”.

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