Estoy pensando qué podría hacer para visibilizar lo que supone la violencia de género, la violencia machista y me planteo porqué si el discurso correctamente político inunda nuestros relatos, sin embargo, seguimos ejerciendo en demasiadas ocasiones la violencia como forma de gestionar los conflictos, es más, a veces hasta intentamos justificarlos con el silencio.
Te invito a visibilizar un cuadro, lo que podría ser una obra de arte, el arte de la ilusión, el arte de la vida reflejada en sus trazos.
Un bonito lienzo se te presenta, totalmente blanco, dispuesto a escribir una historia, la que tú, mujer, sueñas y quieres vivir.
Con esfuerzo y algunas renuncias has conseguido atesorar tus pinceles, las acuarelas, los óleos, los acrílicos…. El caballete lo has ido construyendo con los años y, por fin, estás ante lo que deseas sea la obra de tu vida. La alegría inunda tu mirada y la sonrisa aparece en tus labios, de manera tímida, buscando la complacencia de quienes te rodean.
Te sientes insegura cuando te enfrentas al lienzo, crees que una mala pincelada puede estropear tu cuadro. Después de la primera todo fluye y te lanzas a crear tu obra pensando sólo que disfrutas expresando tus trazos, tus figuras… y no comparas, sólo buscas el agrado y soñar cada noche con lo creado y lo que puedes crear mañana.
Vas contemplando tu cuadro, unos días te sientes mejor y otros piensas que la combinación de colores no es la mejor, pero tomas distancia de tu pintura, la miras, te gusta, no esta tan mal, es tu obra y eso te importa.
Un día decides compartir tu cuadro, lo ya pintado y lo que te queda por seguir haciendo; con ilusión lo ofreces y con generosidad lo participas. Entonces él se atreve a dar alguna pincelada y eso te gusta, le interesa tu obra, qué bonita experiencia.
Pasa el tiempo y otro día él empieza a decir, no me gusta que pintes, …. la pintura huele mucho, …..lo que haces es un “bodrio”, y seguro que te crees que es bonito, pero no sirves para esto.
Las lágrimas frente al lienzo se deslizan con tristeza, aquello que amabas ya no te parece hermoso, tal vez tenga razón, no sabes pintar, tal vez te hayas estado engañando. Pero el lienzo sigue en su caballete y cuando lo miras, algunas veces, asoma un haz de esperanza.
Y otro día, el lienzo aparece tirado y desgarrado, las pinturas están abiertas y vertidas por el suelo, el caballete ‘hecho añicos’; qué dolor tan grande, los sueños rotos, lo vivido destrozado. Y sientes aquello que no sabemos definir cuando decimos me ‘duele el alma’.
Cuántas veces has pasado por el espacio en el que estaba el caballete con su lienzo y anhelando volver a tenerlo y revivir la ilusión, la felicidad y la esperanza de un futuro construido poco a poco.
Aquel día la tristeza te inundaba de tal forma que todo era negro, un túnel sin salida, sin luz y entonces te atreviste a buscar ayuda, a compartir tu pena y lo alejaste de tu vida, con mucha dificultad pero te dijiste: «quiero seguir viviendo, quiero seguir pintando».
Y es ahora, reanimada, cuando nos dices:
«Me ayudaron a volver a construir mi ilusión, mi alegría y vuelvo a tener mi caballete, mis pinturas….el lienzo es tan blanco como el primero, ya no tengo inseguridad ni miedo al dar la primera pincelada; estoy haciendo una obra con la que me siento bien, la comparto sin miedo, pero sabiendo que otros pueden pintar junto a mí, pero no en mi lienzo.
Pintar es mi vida, te entrego y te regalo la visión de mi cuadro.
Gracias
Por. Encarna Pérez Álvarez