Sara Carbonero está bien. Lo ha dicho ella misma a través de sus redes. Ha pasado por el quirófano, pero su fortaleza mental sigue muy fuerte.
La periodista compartió un vídeo poco después de recibir el alta hospitalaria y quiso contar que en ese momento «la felicidad no me cabía en el pecho por el mero hecho de sentir de nuevo el aire en la cara y poder respirar y disfrutar de otro atardecer más».
Aseguró, que está «muy bien». Dio las gracias a todas y todos los que os habéis preocupado, por las innumerables muestras de cariño recibidas estos días. «Me llenan de energía para seguir adelante».
El agradecimiento hizo extensible a al personal sanitario de la clínica universidad de Navarra. «Una vez más, por llevarme en volandas y cuidarme estos días, como a mi gente, la de siempre, ese grupo reducido de personas que no me ha soltado la mano ni un segundo y que me ha hecho ser consciente de lo fuerte que es el ser humano si está rodeado de amor».
Compartió el vídeo con una canción y “salvado” estos días de encierro, de esta “Rabia suave: Yo quiero bailar. Me quedo además con una frase de uno de mis médicos que será mi mantra desde hoy: Cada día tiene su afán.
Que todos consigamos encontrarlo en las pequeñas cosas».
Enumero esas pequeñas cosas: En una familia incondicional, en una mano que te sujeta fuerte mientras te toca los acordes de guitarra de tu canción preferida para dormirte, una voz que te lee el periódico cada mañana, unos brazos firmes que te sostienen para ponerte en pie de nuevo y dar paseos en círculo por los pasillos del hospital. «Unos niños que te esperan en casa con los brazos abiertos y la pizarra llena de mensajes. Unas amigas que cogen el primer avión para traerte unas flores y un puñado de risas».
Sara Carbonero se siente en paz y agradecida con la vida. «También con estos baches que nos ubican de nuevo y nos recuerdan lo verdaderamente importante de la misma. Que nos hacen un poquito más sabios y nos enseñan a vivir al día. A abrazar la incertidumbre».
Concluye el mensaje con un: «Confiar, amar y recordar que el afecto es lo verdaderamente revolucionario, que seamos amables siempre con los demás porque nunca sabemos la batalla que está librando cada uno».