Tener ganas, ponerse a ello y hacer algo hermoso para que todo el mundo lo vea son los tres ingredientes que han necesitado las gentes de Tenebrón para adornar las calles, plazas y lugares más emblemáticos del pueblo.
Cientos de adornos son los que han estado elaborando desde octubre. El presupuesto era, el que era. Escaso. Eso sí, la imaginación, talento, generosidad y solidaridad rebosaban.
Botellas de agua, cartones de leche, escoberas, lazos, sacos, cuerdas de pacas,… se han convertido en copos de nieve, bastones de guirlache, estrellas anunciadoras, guirnaldas de colores,…
El grupo de mujeres y hombres, que desde que se fue el calor sofocante, han estado pasando las tardes en las escuelas viejas, tenían un único objetivo: adornar su pueblo por Navidad. Lo han conseguido. Tenebrón luce más hermoso que nunca.
Las grandes ciudades tienen adornos gigantes y Tenebrón los tiene grandiosos, porque las personas que los han creado, han puesto sus talentos al servicio de un bien común.
Si el espíritu de Navidad es llevar armonía a los que tienes cerca, estas personas –de todas las edades- que han dedicado su tiempo a embellecer farolas, puertas, paredes,… lo han logrado sobremanera.
Tenebrón ofrece un paseo bonito de ver y de sentir al visitante que se acerque hasta allí o a los propios vecinos, porque cada adorno con el que se encuentren, tiene su historia y las risas y conversaciones de las personas que lo idearon.
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