Un bar en un pueblo de poco más de cien habitantes es mucho más que un bar. Es el centro social, el lugar de recreo o de encuentro de los vecinos. Es una cita a las 14.30 horas cuando van a tomar café y así, en pleno invierno, salen de casa, se ven y comprueban que todo marcha correctamente. Eso, más o menos, es un bar en un pueblo pequeño. No solo un local donde te ponen un café, una cerveza o un refresco, que también.
Desde que cerró el último bar -oficial- de Tenebrón, han sido muchos los intentos porque cuajara un bar social en el municipio. Ahora, es Héctor el que se ha puesto al frente del negocio.
Héctor conoce a los vecinos de Tenebrón, sobre todo a los más jóvenes, porque durante el verano fue el encargado de llevar el ‘Chiringuito’ de las piscinas. Héctor tiene un poquito de sangre tenebronesa, sus abuelos materno, Fonso y Romana, eran de Tenebrón. Y, así ha sido recibido en el pueblo, como un vecino más.
Quiere que la aventura le salga bien. Para ello, además de lo habitual que te puedes encontrar en un bar, con partida de tute o mus incluida, se han propuesto asar pollos, tostones y ofrecer una buena variedad de pinchos, tapas, raciones y entrantes que seguro harán que los comensales que se acerquen a Tenebrón -muy cerca de Ciudad Rodrigo en la carretera de Béjar- se chupen los dedos.
De momento, Héctor y su familia han conseguido que las tardes festivas, y no tanto, que grandes y pequeños salgan de casa para tomar café o lo que se tercie en el local.
El bar social se encuentra en el mismo lugar donde hasta hace unas décadas, los escolares de Tenebrón aprendían matemáticas, legua, geografía, francés,… Sí, ahí estaban las escuelas. Las vueltas que dan los edificios municipales de los pequeños pueblos.