Ya está aquí, un año más…. Parecía lejano, pero todo acaba llegando y todo acaba pasando como siempre decía aquel que en un pasado fue mi compañero que con su calma y sin prisa hacia honor a su nombre.
Vuelven los turrones, los polvorones, los mazapanes y un largo étc. de consumismo navideño que afortunadamente dan de comer a trabajadores, que de otra forma seguirían engrosando esa larga lista de parados, que ya pesa demasiado. Como diría aquella vecina de aquel barrio en el que nací “a falta de pan, buenas son tortas “, aunque no arregle mucho.
Vuelven las sillas vacías, la vista atrás, lo que queremos olvidar, las grandes historias de aquellos mayores que lo dieron todo y hoy acaban olvidados en la soledad de una residencia, mirando para la puerta como aquel perrillo, que será un regalo de navidad y cuando crezca también mirará la misma puerta, mientras se alejan los que un día lo llevaron hasta aquella casa y hoy lo dejan sin mirar atrás, sin saber el peso de esa soledad en las calles o en habitaciones en la que pesa la vida.
Volveremos a pedir, ya que este año no somos elfos y vuelve la magia con aquel pequeño reno de nariz colorada, fruto de un importante centro comercial, que se ha convertido en uno de los anuncios con más sentimiento de esta navidad, que todos los niños se sienten a la mesa, que el bullying se marche de sus vidas y que no se aposente en las vidas de otros.
Pequeños, grandes guerreros, peleando por sobrevivir en un mundo en el que el silencio, los intereses, la dejadez y los puñeteros ratios importan más que una vida que a veces se debate entre vivir o acabar con su sufrimiento, hasta que a veces una mala decisión lo consigue.
Que esos derechos humanos, de verdad sean así, humanos, y no se deshumanice más de lo que está este mundo que hace aguas, se mire por donde se mire.
Volveremos a sentir la tristeza, la alegría, la hipocresía de quien te desea feliz Navidad y el resto del año trata de meter el dedo en la llaga o simplemente te ha ignorado y volverán las cenas de cuñados, para bien o para mal como, algo que tradicionalmente es tan antiguo como poner el Belén.
Vuelven para quedarse, aun con las secuelas del Covid, una guerra que no acaba, sometidos a un aumento de precios escandalosos que impiden tener lo fundamental en muchos hogares, pero es Navidad y pase lo que pase, vivan, disfruten y quiéranse porque sin amor propio es difícil sobrevivir a las verdades de la vida y vivirla sabiendo que, aunque vuelven todos los años, siempre serán diferentes y con el paso de los años, quizá se recuerde más, lo que se echa de menos.
Un año difícil, pero seguimos de pie y mientras sea así, vivir, abrazar, dar y recibir será prioridad en unas navidades que como en las películas les deseo que sean mágicas y blancas.