Corren tiempos convulsos para la medicina en general y para la medicina de familia en particular producidos por los recortes económicos a los que se ha sometido a la asistencia sanitaria desde hace más de una década, recortes que se han aplicado en todas las comunidades autónomas, aunque no en todas en la misma medida ni de la misma forma. El fruto final de esos recortes es el deterioro y la pérdida de la calidad asistencial, consecuencia del deterioro de las condiciones de trabajo de los profesionales sanitarios en general y, específicamente, de los médicos, con la desmotivación que todo ello conlleva y que, obviamente, no se puede compensar indefinidamente con la vocación y buena voluntad.
Precisamente para poder ejercer dignamente la vocación de médico se reivindican las condiciones necesarias e imprescindibles para un ejercicio profesional digno, se demandan mejores condiciones de trabajo en atención primaria resumidas en disponer de recursos diagnósticos y terapéuticos adecuados y un número máximo de 30 pacientes día, porque un número superior no permite atenderlos como se debe. ¡Que menos que 10 minutos de consulta por paciente! Sin embargo, no solo es cuestión de número, es también cuestión de calidad y continuidad en la asistencia. Yo no quiero 10 minutos con un médico diferente cada día, yo no quiero 10 minutos con un médico que no me conoce, yo quiero como mínimo 10 minutos con mi médico de familia.
Por eso en vez de hablar hoy de atención primaria en genérico, como he hecho muchas veces en esta columna y en otros foros, hoy quiero reivindicar a mi médico de familia y, a través de él, a todos los médicos de familia. Nuestro médico conoce a toda mi familia desde hace muchos años y eso le ha permitido hacer un seguimiento longitudinal de todos nosotros a lo largo del tiempo, algo que es muy importante. Le permite adelantarse a los problemas e intervenir rápidamente cuando aparecen, lo cual es bueno para nosotros y para el propio sistema sanitario ya que este tipo de asistencia es más eficaz, más eficiente y produce mayor satisfacción del paciente.
Otra cuestión muy importante que garantiza el médico de familia es la accesibilidad, o al menos lo garantizaba hasta hace poco; ahora con la sobrecarga de pacientes las listas de espera son un obstáculo para ello. Este es otro problema derivado de los recortes sanitarios: menos médicos tienen que atender a más pacientes y así se generan las listas de espera que impiden el acceso casi inmediato (24 horas) que existía hasta hace poco tiempo, aunque en este aspecto también los pacientes tenemos nuestra responsabilidad, porque en muchas ocasiones acudimos al médico por problemas banales que no justifican la necesidad de asistencia médica (algo parecido pasa con las urgencias) y al hacerlo aumentamos la saturación y robamos tiempo a los pacientes con verdaderos problemas de salud.
Por eso, cuando el modelo asistencial en atención primaria está en crisis y se reivindican mejores condiciones para el ejercicio profesional, no pueden plantearse soluciones como la propuesta por la Comunidad de Madrid que contemplan asistencia por “médicos voluntarios” para aquellos pacientes que, cuando solicitan una cita con su médico, se les ofrece una consulta con cualquier otro médico voluntario, necesitamos y queremos ser atendidos en la mayoría de las ocasiones por el mismo médico, por nuestro médico de familia.
El médico de familia ahora, el médico de cabecera antes, es una pieza básica de la asistencia sanitaria que mantienen aún la relación médico-paciente como una relación basada en el conocimiento y la confianza mutua, y son imprescindibles para el propio sistema ya que resuelven por sí mismos más del 90% de los problemas sanitarios, pero precisa una gestión eficiente de la administración que le proporcione recursos y tiempo, exactamente lo contrario de lo que vienen haciendo gestores sanitarios y políticos.
Ya no es cuestión de parar el deterioro de la atención primaria, es tiempo para su mejora. El profesor Martín Zurro, uno de los padres espirituales de la medicina de familia, escribía recientemente que quizás después de 40 años sea el momento de repensar la atención primaria y la propia medicina de familia para adaptarlas a los nuevos tiempos y salvar sus esencias. No puedo estar más de acuerdo con él, pero precisamente por ello yo no quiero perder a mi médico de familia y después echarle en falta, yo quiero a mi médico de familia y apoyo sus reivindicaciones. Mejoremos entre todos la atención primaria, pero NO sin mi médico de familia.(#yoquieroamimédicodefamilia).