Estos días se han viralizado en las redes y en los medios de información las imágenes de las inundaciones en el metro de Madrid y algunas calles recientemente reformadas. «En Salamanca, nuestro Ayuntamiento, con cierto complejo, parece que quiere seguirle los pasos», ironizan desde la asociación Comité Antinuclear y Ecologista de Salamanca.
Una de las últimas reformas, hace unos días estaba en obras, es la de las calles Prado y Juan del Rey, en pleno centro. Los trabajadores han eliminado un minúsculo canal que conducía el agua hacia los imbornales (alcantarillas). «Esta reforma, innecesaria, ya ha producido un efecto contraproducente como pudimos observar en la tarde del jueves 15 de diciembre, aún cuando no llovía mucho, un buen charco se formó en el centro de la calle Prado», puntualizan desde la asociación.
La tendencia es que los fenómenos meteorológicos adversos: tormentas, huracanes, sequías extremas, DANAs, olas de calor.., sean cada vez más frecuentes debido al calentamiento global del planeta. La ciudades deben prepararse para ello. «El gobierno municipal, con mucha frecuencia, nos dice que lo está haciendo y es verdad que invierte decenas de millones en planes muy ambiciosos. Que, casualidad, son siempre subvencionados por la Unión Europea o el gobierno central. Planes por cierto muy mal ejecutados, como hemos dicho en muchas ocasiones (Tormes plus*, LIFE**, etc) salvo que el objetivo principal no sea la adaptación a la emergencia climática», matizan.
Esto que hemos visto en los últimos días: formidables inundaciones producidas en buena parte de Extremadura, carreteras cortadas, destrozos en las infraestructuras, grandes balsas de agua en algunas calles de Madrid e inundaciones en estaciones de metro, «cada vez lo sufriremos más».
Por eso, nuestro gobierno local no debería seguir con la tendencia de las últimas décadas planificando la ciudad y realizando obras como siempre se hicieron: sin mejorar la permeabilidad de los suelos o sin ampliar y mejorar las vías de evacuación del agua en previsión de la que se viene encima. «Esto lo vemos también en los parques, dónde a la primera tormenta el agua se lleva los pavimentos y se abren arroyos; o en algunas calles, renovadas en los últimos años y sin embargo con grandes charcos que dificultan el tránsito de los peatones», concluyen desde la asociación Comité Antinuclear y Ecologista de Salamanca.
