Señoras, señores, esto se va acabando. Que sí, que aunque no quieras, difícilmente no harás balance, como cada año aunque no lo recuerdes. Somos muy del bucle, de en verano buscar playa y despedir en la puerta al año que se va, comentando un poco la jugada con él.
A éste, como a todos los anteriores, tendrás motivos para darle las gracias y recriminarle cosas. Es un edificio de 365 alturas con 365 decoraciones distintas, es imposible que te disgusten todas o que hayas sentido incomodidad en todas ellas. De todo habrá habido.
Es curioso como el aniversario del nacimiento de un Niño se nos ha metido tan en casa. Los que están, los que faltan porque ya no están, los que están pero faltan y los que ni están ni falta que hace, se agarran al corazón o al hígado a razón de sus merecimientos. Antes del Niño, se celebraban las Saturnales, con las cosechas a buen recaudo las familias tenían tiempo para celebrar el ciclo de la vida, el día del Sol Invicto, cuando el astro resucita y los días vuelven a alargarse, cuando la luz triunfa sobre la oscuridad. Solsticio de invierno para nosotros.
Está bien que aunque sea de manera exógena, católica o pagana, tengamos esa sensibilidad al menos unos días al año. Pero si nos ponemos científicos, en estos días que estamos encarando, no hay nada distinto respecto a los de febrero o septiembre.
No quisiera yo usurpar el puesto al Scrooge de las primeras páginas ni al verde Grinch. Pero la Navidad, excepto si practicas el catolicismo con intensidad, no tiene nada de especial. Nada que te obligue a actuar con bondad, con respeto por tus raíces, con amor al prójimo, etc. Nada que no tengan marzo u octubre.
Podemos dividirnos en tres equipos para jugar este partido. Estoy aburrido de buscar más urnas donde guardarnos, pero solo encuentro tres. Amas la Navidad. Odias la Navidad. Durante la Navidad haces vida normal. Mis huesos llevan tiempo metidos en el tercer bote tras haber habitado los dos anteriores.
Procede. Siéntate con este año y hablad. Dale las gracias por las cosas buenas que te ha traído, échale en cara los malos momentos por los que te ha llevado. Mira a tu alrededor, a los tuyos y a los de otros y ten la seguridad de que pueden tener exactamente la misma conversación que estás teniendo tú. Con el mismo interlocutor.
Cuando le hayas dicho todo lo necesario, hazte un favor y pídele disculpas por la parte negativa y quítale las gracias por la positiva. 2022, y todos sus hermanos mayores solo existen como metros, reglas, unidades de medida. Ni siquiera ha durado 365 días, pregúntale al bisiesto.
Lo bueno, lo malo, lo regular, ha o te ha sucedido durante el transcurso de un periodo de tiempo. Y solo existen dos responsables para el adjetivo que haya acompañado a cada uno de los momentos que has vivido. Tú y el complemento circunstancial del azar.
Feliz Navidad. Feliz solsticio de invierno. Celebra. Celébrate. A lo loco, todo el año.