[dropcap]E[/dropcap]n noviembre de 1985 el Gobierno de España pidió a la Unesco el reconocimiento de la Plaza Mayor como monumento de Interés Mundial. Solana respondía así a una carta que le dirigí protestando por haber quedado Salamanca excluida de la citada nominación. Sin embargo, supe que el Ministerio de Cultura había incluido a Salamanca junto a Ávila y Segovia para tal nombramiento.
Años después, en enero de 1987, se llegó a un acuerdo con los vecinos para arreglar las cubiertas de la Plaza Mayor. Pretendíamos homogeneizarlas, evitar añadidos, eliminar humedades y goteras, consolidar vigas. El Ministerio de Cultura aportaba los recursos económicos y el Ayuntamiento corría con la larga y farragosa gestión con los propietarios.
El Ayuntamiento de Salamanca descubrió importantes irregularidades en el entorno de la denominada Casa de la Pizarra, enfrente de la Catedral Vieja. A su dueño, Juan Trujillano, se le abrió un expediente por obras en la residencia Covadonga que el regentaba. El edifico, construido en la Plaza de Juan XXIII y Horno Primera, tenía en su interior un jardín con la encina representada en el escudo de la ciudad y que databa de al menos 900 años. Trujillano, propietario también del colegio diocesano de Armenteros y de la Casa Lis, siempre estuvo en el filo de la navaja en cuanto a asuntos urbanísticos se refiere.
El Mercado Central de Salamanca pertenece a la arquitectura del hierro. Obra de Joaquín Vargas, es junto a la Casa Lis una de las edificaciones más importantes de esa época en Salamanca.
Se proyectó en 1898 y se terminó en 1907. En otro lugar de estas memorias hablo de los pormenores de su rehabilitación realizada por mitades, concentrando en la que no estaba en obras, en puestos prefabricados, los módulos comerciales de la totalidad del mercado.
La remodelación interior contempló saneamientos, tuberías para el ciclo del agua, instalación eléctrica, puestos de venta y carpintería. Se instalaron servicios higiénicos para el público, y en la parte alta se construyó una plaza.
Un año tardó la rehabilitación, de 1981 a 1982. Para poder terminar la obra se alquilaron unos locales en la Plaza de Ángel donde se instalaron los puestos del mercado. Importó la obra 64 millones de pesetas, 22,8 fueron aportados por el Instituto para la Reforma de las Estructuras Comerciales, y el resto se cubrió con un préstamo concedido por el citado organismo.
En el apartado dedicado a mercados hago referencia al Mercado de San Juan y el proceso por el que se declaró Bien de Interés Cultural para conservarlo. Este edifico es una de las pocas muestras de la arquitectura institucional de posguerra que quedan en Salamanca.