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Opinión

El boulevard de la vida

Tres tréboles de cuatro hojas. Imagen de Simon en Pixabay

Se marchó 2022, un año con muchas tempestades en muchos aspectos vividos, llevándose con él, la sensación de quien hubiera cerrado los ojos y hubiera dejado pasar el tiempo.

Tiempo de hacer balance, de quedarse con lo bueno, desechar lo malo, cerrar puertas, mientras el aire fresco de la ventana abierta golpea la cara y te devuelve a la realidad, de la que en este 2022 a veces trate de evadirme, sin conseguirlo.

Tiempo de poner los ojos en otros frentes que sumen y no resten, de mirar hacia adelante con la cabeza alta, con paso firme y seguir peleando desde las trincheras o en la trastienda, esperando que las palabras no se las lleve el viento, un año más.

Un año en el que no me hubiera gustado seguir conociendo tanta maldad humana, tanta miseria y tanto miserable que está en este mundo, porque tiene que haber de todo, como siempre oí decir, cuando se trata de disculpar a quien no merece ni un solo minuto, ni una sola línea.

Hubiera dado tanto, por no ver algunas lágrimas, por no tenerme que poner en el lugar de otros, cuando con el mío ya tenía bastante. Hubiera dado la vuelta al mundo andando, aunque sé lo que dificulta para mí hacerlo, por no vivir sensaciones, ni emociones a las que ponerle nombre es sumamente difícil.

No ha sido el peor año, tampoco el mejor. Siempre deja el sabor de todo lo que se consigue en una lucha sin tregua, sin descanso, sabiendo que alcanzas respeto o enemigo. También amigos dispuestos a seguir contigo hasta el final, mientras vas dejando atrás personas en el boulevard de los sueños rotos, como quedaron tantos niños, niñas y adolescentes otro año más esperando que las instituciones les den la solución que pequeñas asociaciones privadas sin medios, nacidas de la necesidad de hacer lo que las administraciones no consiguen hacer, aportan paz, bienestar y soluciones a problemas de índole social, aunque poner nombre al acoso escolar  en algunas bocas, aun esté maldito.

Si ya los niños, niñas y adolescentes en este país se convierten en ocasiones en moneda de cambio, preocupante son los datos que hace unos días presentó la ONG Plataforma de la Infancia en el que dice que España es el segundo país de la Unión Europea con mayor tasa de niños, niñas y adolescentes en riesgo de exclusión social o pobreza, después de Rumania motivado por carencias materiales de índole severo, falta de empleo y estabilidad y escasez de recursos económicos.

Esto es lo que somos y lo que no podemos ser.

Espero que el 2023 traiga claridad a tanta oscuridad, transparencia a tanto ocultismo y soluciones a tantos problemas sociales que no se arreglan cuando pasan las cosas diciendo cuatro palabritas bonitas y bajando la cabeza, sino antes de que pasen.

Prevención se llama y la humildad también ayuda.

Les deseo un feliz 2023, en el que todo llegue y todo pase. Por mi parte la libertad, la rebeldía y la dignidad  seguirán acompañándome por esos bulevares a donde este año que comienza quiera llevarme el destino.

Seguiremos brindando por la vida, apostando por vivirla sin miedo, sin sufrimiento y con la intensidad y felicidad que merece ser vivida .

Feliz año y feliz vida.

Asociación Salmantina Contra el Bullying y el Ciberbullying

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