La Helicobacter pylori es una de las bacterias más comunes, ya que alrededor del 50% de la población mundial está infectada con ella. Pese a que su descubrimiento se produjo en 1979 y es uno de los patógenos más conocidos por la comunidad científica, aún quedan incógnitas por resolver.
En 1979 el patólogo australiano Robin Warren logró distinguir por primera vez esta bacteria en una de las biopsias de estómago que había analizado. Posteriormente, en 1981, el médico Barry Marshall se unió al patólogo y juntos completaron el programa de especialización. También lograron probar la eficacia contra este patógeno del tratamiento con antibióticos.
Su descubrimiento ha sido de tal importancia para la comunidad científica debido a que se alrededor de la mitad de la población mundial, según estimaciones, está infectada por ella. Además, en países de bajos recursos, la cifra podría aumentar hasta el 80%.
Pese a que la Helicobacter pylori es uno de los patógenos más conocidos, aún se desconocen cuestiones como su forma de transmisión. Si bien es cierto, una de las teorías más apoyadas es que la ruta de transmisión persona a persona más probable es la oral-oral o la fecal-oral. Respecto a su detección, puede hacerse desde con endoscopias con biopsia hasta con test de aliento.
Su principal síntoma es la gastritis (inflamación del revestimiento interno del estómago), aunque no esto no se produce en todos los casos. No obstante, dicha inflamación crónica puede derivar en otros problemas como la hinchazón abdominal, la pesadez tras las comidas o las náuseas. A medida que pasa el tiempo puede llegar a provocar problemas más graves como las úlceras, tanto de estómago como de duodeno.
En la misma línea, la principal preocupación sobre este patógeno consiste en su capacidad para dañar las células gástricas, provocando la aparición de diferentes tipos de cáncer de estómago. Así, la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (Iarc) sitúa entre el 40% y el 80% los tumores gástricos que pueden asociarse a la infección por Helicobacter.
Si bien es cierto, actualmente hay tratamientos capaces de curar a los pacientes infectados en más del 90% de los casos. Para ello se emplea una combinación de, al menos dos o tres antibióticos, con inhibidores de la secreción del ácido gástrico (Omeprazol). Todo ello con pautas farmacológicas de 10 a 14 días.
