El líquido anticongelante es uno de los elementos que permiten que el vehículo funcione correctamente. Por ello, deben controlarse periódicamente los niveles de este producto, así como cambiarlo cada cierto tiempo para contrarrestar la pérdida de propiedades.
Los líquidos anticongelante y refrigerante controlan la temperatura de los vehículos. Así, el primero evita que la mecánica del coche se congele cuando hace demasiado frío, mientras que el segundo hace que no se produzcan sobrecalentamientos en el motor. Ambos líquidos suelen ir juntos, y requieren de cierto control para que el coche funcione correctamente.
Tanto uno como otro no deben bajar de una cierta cantidad, debiéndose rellenar el depósito en caso de que ocurra esto. En este sentido también es fundamental asegurarse de que no haya pérdidas en alguna parte del circuito y, en caso de detectarlas, se debe acudir inmediatamente al taller.
Lo recomendable es sustituir el anticongelante y el refrigerante cada 40.000 kilómetros, evitando así que se produzca una pérdida de propiedades del líquido usado. Esta operación es sencilla y puede realizarse en casa, resultando así más barata que si se acude al taller, ya que simplemente habría que pagar el líquido en sí (unos 10€).
Si un coche circula sin anticongelante puede sufrir problemas como la pérdida de eficiencia del motor. Asimismo, algunas piezas del motor y adyacentes pueden verse afectadas por la corrosión y el óxido, debido a que dicho líquido posee propiedades anticorrosivas.
