Opinión

A divina adivinanza

Una bola de cristal. Fotografía. Pixabay.

Y mientras nos afanamos por encontrar la fórmula perfecta para acertar con la siguiente decisión, se esconde a centímetros de nuestra nariz y a plena luz del día la certeza de que no hay una buena opción, sino solamente una respuesta que nos conduce a la siguiente encrucijada. Vale sí, quizá sea demasiado melodrámatico explicarlo así.

El hecho es que no existe tal fórmula mágica ni poderosa alternativa adivinatoria. Vale sí, se venden cursillos para el triunfo pero no te fíes a quien los vende. Hay aciertos y hay errores. Entre los aciertos los hay tan momentáneos que un mañana cualquiera serán la semilla del mayor de tus errores.Entre las malas decisiones existen aquellas que pueden descubrir el atajo que te llevará por parajes mucho más ricos que la directa y segura autovía. ¿Por arte de magia? Nah. Magia, dice.

Hay también una mala obligatoria costumbre de buscar la seguridad del resultado antes de mover un dedo. Error. Hacer solo cuando estamos seguros de conseguir es hacer muy pocas cosas. Hacer, liarla parda hasta la vergüenza si hace falta, exponerte y que tu baile o petición del mismo sea negada, te llevará, seguro, a las mejores vistas ante las que te hayas plantado en la vida. Diré que me gusta cuando sepa que le gusto… Nah. Di a ver qué sucede.

Hay quien dice que todo pasa por algo. Por mucho que trate de masticarlo, me resulta imposible de digerir. No lo creo. Es aceptar que no somos sino monigotes a los que nos pasan cosas que alguien o algo ha decidido de antemano. Nah. Suceden cosas y nosotros hacemos algo o nada. Solo vale cuando el algo o la nada encajan o lastiman. Es un cuento escrito al revés. Hay eventos que se dan y punto, sin mayor provecho ni providencia.

Quiero creerque somos nosotros los que vamos escribiendo, dirigiendo e interpretando, que no descubriendo, el guion. Que interpretamos una película que presenta, por momentos, drama, comedia, tragedia, acción, romance, aventuras, intriga, ciencia ficción, costumbrismo, intimismo, con firma de autor y hasta con indios y vaqueros.

Guionista, director e intérprete. Primero desarrollar el boceto, dejar que crezca, que se enriquezca con los matices que surjan de la misma tinta. Vendérselo a quien llevará la batuta y dará forma a la obra sin subirse al escenario. Transmitírselo a quien lo defenderá y hará suyo, muchas veces improvisando, quien escuchará el aplauso, el silencio o el abucheo del público en primera persona.

Es importante participar de los tres y que los tres participen. De lo contrario, escribiremos fábulas imposibles o escenas inconexas, dirigiremos sin saber a quién, para qué ni hacia dónde o nos creeremos el intérprete único de una película coral que solo entenderemos nosotros con suerte o forzando la realidad para que todo encaje.

Quizás preguntar. Acaso responder, puede que callar. ¿Quién sabe si algo o nada? ¿Qué tienes justo delante?

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