La celebración del ‘congreso de los jeques’, entre el esperpento y la chapuza, revela una forma de hacer las cosas en Salamanca que nos ha dejado en ridículo en España y ha puesto en evidencia las carencias de los dirigentes municipales y de la oposición.
Todos, sin excepción, han asistido impasibles al cúmulo de evidencias y disparates que iba denunciando La Crónica de Salamanca desde que destapó las primeras irregularidades del llamado ‘congreso de los jeques’, como si con ellos no fueran las cosas.
Acostumbrados como están a que aquí no pasa nada, cuando ocurre algo trascendente no saben cómo reaccionar y su respuesta es el silencio en el mejor de los casos, para ver si el tiempo hace su trabajo, o la negación y la exención de responsabilidades cuando la situación se hace insostenible.
Ya pasó recientemente con la defenestración de Javier Iglesias como presidente del PP provincial por el caso de las primarias, que no le ha impedido seguir como presidente de la Diputación y concejal de Salamanca, como si las exigencias éticas fueran más estrictas en el partido que en las instituciones públicas de cuyos fondos obtienen su sustento.
Y ha vuelto a ocurrir con el sainete de los jeques, que todos (casi todos) se tragaron con mansedumbre y resignación (o por interés), porque estamos en tiempos proclives a creernos con naturalidad que las vacas vuelan.
La Crónica de Salamanca siguió haciendo su trabajo, pese a todo y a todos, aportando evidencias de las anomalías que rodeaban un evento disparatado que nos ha convertido en el hazmerreír de España, a la altura de los trenes que no cabían por los túneles. Sin dejar de lado el magnífico trabajo de los compañeros de otro medio local.
El truhán que llevaba cuatro años cobrando un sueldazo con cargo al erario público sin hacer nada es la cabeza de turco fácil. Un atajo para intentar cortar ahí la cadena de responsabilidades.
Sí. Fue el que montó el espectáculo del Palacio de Congresos, con jeques falsos, empresas asociadas que ignoraban estar involucradas en el proyecto de la empresa Peace City World, promesas de prosperidad inverosímil para una tierra pobretona y sin empuje, y la envolvente a los pueblos del alfoz para que pusieran a su disposición el suelo de sus términos municipales (casi todo, por ciento, de propietarios privados) para levantar no se sabe muy bien qué.
Pero lo hizo con el permiso del concejal del área de Turismo y utilizando medios y recursos municipales, como el Palacio de Congresos y pagando gañotes y parte del 2×1 de las habitaciones de los hoteles.
Es inconcebible que haya organizado este sarao sin que lo supieran el alcalde y su superior, Fernando Rodríguez, porque el final de fiesta fue una recepción oficial a los organizadores en el Ayuntamiento, con bandas cruzadas al pecho incluidas, para restarle la poca seriedad que le quedaba al asunto.
Este episodio ha puesto de manifiesto la ineptitud generalizada de quienes rigen nuestras instituciones locales y quienes aspiran a hacerlo, su pereza, infantilismo y la soberbia de tomarnos por tontos. Han arrastrado a una ciudad como pocas veces se puede hacer con tanta eficacia, pero se recuperará, a pesar de ellos. Lo que no cambiará será la falta de idoneidad de todos los responsables de este desaguisado.
Jeque mate.
3 comentarios en «‘Jeque’ mate»
Pero con ese lleno del palacio, como puede calificarse el asunto de inocentada?
Y el concejal peculiar, disfrazado de persiana, esperando que pase la tormenta y agotando su nómina antes del fin.
Un curriculum absolutamente inflado y falso y su amigo íntimo, el concejal de turismo, no dice nada?