Buen consejo (nótese la ironía) el que cierta persona trabajadora de un centro educativo le dio a una alumna: “Meteté en tus asuntos. Esto no te incumbe“, ante la denuncia de ésta en un presunto caso de acoso escolar. El problema vino cuando la menor optó por no seguir el consejo y se rebeló ante él con la autoridad y rebeldía que da la adolescencia. A partir de ahí, la presunta acosada fue ella.
Les aseguro, que cuando escuchaba este caso, no me era desconocido. Aquí, cercano en la vieja Castilla, alguna persona de un centro educativo también daba ese tipo de consejos a quien acompañó a su despacho a un compañero al que le hacían cosas similares por las que el mismo habían pasado.
Afortunadamente en este caso, que por cierto también se rebeló ante tan desafortunado comentario, fue un parte disciplinario al día siguiente por algo que no se entendía muy bien, una mala contestación y un desconcierto total de ese alumno que se había hartado de oír que había que pedir y dar ayuda a quien lo necesitara para que no pasaran por lo mismo que el había pasado.
Resulta contradictorio lo que vemos y lo que decimos. Lo que queremos que vean los demás en nosotros y lo que realmente somos. Un mundo de consejos que no seguimos y unas libertades que rozan el libertinaje en un territorio comanche en el que los malos consejos sobran y faltan las buenas acciones.
Un territorio en el que la soberbia, que rozan algunos y algunas, da paso a la mentira con tal de no admitir ni culpas, ni consecuencias. Todo vale y casi todo tiene un precio, que siempre acaba pagando el mismo. Precisamente, el que tiene que ser protegido.
Hablando de proteger, precisamente se acaba de votar la Ley de Protección animal, pero parece ser que algunos a pesar de ser animales, a nuestros legisladores no les parece que tengan que tener esa protección. No me consta que sean diferentes los unos de los otros, ni que tengan que ser tratados de distinta manera, aunque he de reconocer que también tiene cosas buenas, pero falla ya en diferentes actuaciones, como tanto que vemos a diario y hasta que no hay consecuencias graves nadie hace nada.
Lamentable que no se negocie, que no se escuche a la calle y que se dé todo por bueno sin salir de un despacho y mirar las necesidades de un pueblo cansado de que los mas vulnerables sean siempre moneda de cambio, mientras el rosario de una tal Aurora no da abasto con tanto salir y entrar, hace que las miserias de cierta gente queden al descubierto.
Leyes que no funcionan, leyes que se modifican por intereses, pero la Ley del Menor, que protege a unos y desprotege a otros sigue en el mismo sitio sabiendo que ni funciona, ni lo hará y sabiendo que niños, niñas y adolescentes presuntamente en algunas administraciones importan poco, mientras siguen acomodados en sillones que no merecen y miran para el lado más fotogénico mientras se hacen la puñetera foto.