Hace casi una década que la investigadora postdoctoral salmantina Pilar Ayuda Durán dejó atrás España y se fue a Noruega a trabajar. Esta científica lamenta que la ciencia en nuestro país sufre muchas carencias y problemas. De todos ellos, el más notable es la financiación, que califica como “escasa y cortoplacista”.
La situación de la investigación y la ciencia en España es complicada, lo que lleva a la denominada ‘fuga de cerebros’. Esto es, que muchos profesionales cualificados, como pueden ser los científicos se ven obligados a abandonar nuestro país para desarrollar su carrera en el extranjero. Uno de estos ejemplos es el de la investigadora mirobrigense Pilar Ayuda Durán, quien lleva casi una década en un grupo de investigación del Hospital Universitario de Oslo (Noruega).
¿Por qué decidió ser científica?
Desde muy pequeña he tenido curiosidad por cómo funcionan las cosas, el mundo natural… En mi casa se me inculcó esto desde muy pequeña. Aún recuerdo a mi padre explicándome cómo se fragmentan las rocas por acción del hielo en una visita a la Peña de Francia cuando yo tenía 4 o 5 años. Mi madre me leía y regalaba libros, tanto de cuentos como de animales y otros temas científicos, y mi abuela Victoria me llevaba al campo a ver insectos y recoger flores. Esto, junto al amor por los animales de toda la familia, me llevó a querer estudiar biología. Una vez en la carrera me decanté por la rama de laboratorio, biología molecular y bioquímica.
Varios casos de cáncer en mi familia, el primero cuando yo tenía 13 años, me despertaron una inquietud por saber más acerca de esta enfermedad, ya que siempre he pensado que cuanto mejor la entendamos, mejor podremos tratarla.
Háblenos de su trayectoria
Crecí y estudié hasta finalizar el instituto en Ciudad Rodrigo. Después me fui a estudiar la licenciatura de biología a la Universidad de Salamanca. En cuarto de carrera accedí al programa de estudios simultáneos, que me permitió obtener la doble licenciatura de biología y bioquímica. En quinto cursé un semestre en la Universidad de Gante (Bélgica) dentro del programa Erasmus. Hice mi doctorado también en Salamanca, en el Centro de Investigación del Cáncer.
¿En qué está trabajando actualmente?
Mi trabajo ahora está más cercano a los pacientes, pero solo trabajo en el laboratorio. Antes de nada, es importante recordar que el cáncer no es una enfermedad uniforme. No es igual en todos los pacientes, lo que implica que el tumor de cada persona va a tener unas características diferentes y únicas. Por tanto, necesita un tratamiento personalizado. Entonces, mi trabajo está relacionado con encontrar las características individuales de cada cáncer y el mejor tratamiento para cada paciente.
De manera muy resumida, lo que hago es probar en el laboratorio cómo las células de cáncer responden a colecciones de medicamentos (si se mueren o no), de modo que puedo saber cuáles son más eficientes contra el tumor concreto que estamos estudiando. También pruebo células de personas sanas, así que podemos seleccionar medicamentos que sean específicos del cáncer.
¿En qué consiste su investigación?
Hay dos bloques principales. En el primero, analizamos las colecciones de medicamentos en células tumorales de un paciente, comparando el efecto con las células de personas sanas y eligiendo los medicamentos más efectivos para tratar a ese paciente en concreto. En el segundo, gracias a estos análisis, buscamos características específicas de un tumor que hacen que sea más sensible a un medicamento, lo que se conoce como un biomarcador. Identificar un biomarcador es muy útil, porque entonces sabemos que los pacientes que lo tienen van a responder mejor a un tratamiento concreto, y podremos personalizar el tratamiento.
Por otro lado, estudiamos las interacciones entre pares de medicamentos. Buscamos dos efectos: combinaciones antagónicas (usar dos medicamentos juntos es contraproducente, porque uno anula el efecto del otro), y combinaciones sinérgicas (los medicamentos se potencian). Encontrar medicamentos sinérgicos y biomarcadores para ellos es muy importante, porque ayudan a tratar con más eficiencia a un paciente. Así podemos usar dosis de medicamentos más bajas, lo que puede ayudar a reducir los efectos secundarios del tratamiento o a tener un efecto mayor del mismo.
¿Se investiga lo suficiente sobre el cáncer?
Se hace mucha y muy buena investigación, y el porcentaje de publicaciones científicas sobre esta enfermedad ha aumentado. Pero la situación no es ideal para la investigación en general. La manera de mejorar la calidad de la investigación en España, permitiendo retener el talento de aquí y atraer el del exterior pasa por mejorar el sistema de ciencia. Aunque parece que la financiación en ciencia está aumentando, en general es escasa y cortoplacista.
¿Qué debería cambiar?
Además de una financiación más estable y predecible, es necesario un plan de estabilización de la carrera investigadora, y que haya más oportunidades para que los investigadores formados en el sistema público accedan a puestos de trabajo similares en la empresa privada. También hay que reducir la burocracia asociada a la investigación, ya que se pierde mucho tiempo que se podría estar dedicando a investigar.
¿Es posible que veamos una cura factible para el cáncer?
Esta no es una enfermedad única, por lo que dependerá del tipo de cáncer. Algunos se llegarán a curar. Ya lo están haciendo en muchas ocasiones. Otros se convertirán en enfermedades crónicas, lo que ya sucede con algunos tipos de leucemia. Para otros, de momento hace falta más investigación.
¿Cuál ha sido el proyecto más importante de su carrera?
El de medicina personalizada en el que estoy implicada ahora mismo.
¿Hay diferencias importantes entre investigar en España y hacerlo en Noruega?
La principal es que en Noruega se respeta y protege mucho el equilibrio entre la vida personal y laboral. Un efecto es que, mientras que en España nadie se aventuraba a tener hijos pronto en la carrera investigadora, aquí es muy normal tener uno o dos a lo largo del periodo de formación predoctoral.
Otra cosa muy característica es que las relaciones laborales son muy uniformes entre los diferentes niveles. Por ejemplo, se aprecia muy poco la jerarquía entre estudiantes y jefes de grupo de investigación. También se realizan muchas actividades para mantener un buen ambiente en el grupo de investigación y departamento, como actividades deportivas, cenas o viajes.
¿Por qué se fue a Oslo?
Desde mi Erasmus siempre quise tener una experiencia de trabajo en el extranjero. Además, en la carrera investigadora es muy recomendable salir de tu centro de investigación y tener experiencias en otros grupos y centros. Esto permite aprender nuevas técnicas, modos de trabajo, y establecer redes de investigadores con intereses comunes que pueden colaborar y llegar a resultados de una manera más eficiente. Así que salir siempre fue un objetivo para mí.
Asimismo, terminé la tesis doctoral en 2012, en mitad de la crisis del euro. Esto supuso una reducción en las oportunidades de encontrar trabajo. La Fundación Alfonso Martín Escudero ofrecía becas de investigación para que doctores españoles tuvieran una experiencia investigadora de dos años fuera de España. Contacté con el jefe de mi grupo en Oslo, al que ya conocía, y pedimos la beca, que obtuve. Elegí el grupo por el tema de trabajo, no por estar localizado en Noruega.
¿Cuánto tiempo lleva allí?
Algo más de 9 años. Empecé a trabajar en mi grupo el 15 de enero de 2014.
¿Cómo es la vida en Noruega?
Es muy agradable. Oslo es la capital, pero es lo suficientemente pequeña para no necesitar desplazamientos largos para ir al trabajo o a las zonas de ocio. Está muy cerca de la naturaleza. El invierno es oscuro y esto puede ser un poco pesado, pero las temperaturas no son extremas y hay acceso gratuito a múltiples rutas de esquí de fondo. El verano es muy agradable, con muchas horas de luz y temperaturas lo suficientemente agradables como para poder nadar en los lagos o el fiordo que rodean la ciudad, pero sin ser demasiado altas.
¿Es fácil vivir lejos de casa?
En general el día a día se lleva bien. Para mucha gente procedente de Salamanca sería una situación parecida, ya que muchos de mis amigos se han ido a trabajar a grandes ciudades como Madrid y Barcelona. El viaje desde Oslo no es muy largo. Pero sí echo de menos a mi familia, el no tener facilidad para visitarles en ocasiones especiales o momentos difíciles. Por ejemplo, mi hermana fue madre hace dos años y, por las restricciones del coronavirus, conocí a mi sobrino cuando ya tenía 4 meses.
¿Tiene fecha de vuelta prevista?
No. No descarto volver a España algún día, pero no lo veo fácil. Aquí tengo un puesto de trabajo indefinido como investigadora en un grupo con pocos problemas de financiación. Volver a España supondría volver a encadenar trabajos temporales y poca estabilidad.
¿Es más difícil dedicarse a la ciencia siendo mujer?
Sí, aunque yo he tenido suerte y las cosas parecen estar cambiando. Uno de los mayores problemas que veo, es el tema de la maternidad y los cuidados. Aunque las bajas por maternidad y paternidad tienden a igualarse, todavía hay mucha penalización en el sistema a las madres. Durante el periodo de maternidad y crianza pueden perder meses de contrato que, por el modo en que funcionan los presupuestos en las Universidades, no se pueden recuperar.
Explíquese
A menudo, el hecho de tener un hijo acarrea unos meses en blanco, sin publicaciones científicas o actividades académicas, que penalizan a la hora de pedir proyectos o buscar nuevos trabajos. Esta y otras dificultades a lo largo de la vida hacen que, aunque hay más mujeres que hombres que comienzan la carrera investigadora, muchas no lleguen al final ni accedan a los puestos de más nivel.
¿Cuál ha sido el papel de las mujeres en la ciencia a lo largo de la historia?
Esta pregunta sería muy larga de contestar. Siempre ha habido mujeres implicadas en la ciencia a lo largo de la historia, aunque han tenido poca visibilidad y a menudo han quedado a la sombra de los hombres con los que trabajaban, o han tenido que esconderse.
Entonces, ¿cree que se las ha infravalorado?
Sí, y en muchas ocasiones cuando una mujer hacía un descubrimiento importante, no se la creía a no ser que un hombre apoyara o presentara ese descubrimiento. También hay casos en los que se han ‘robado’ los datos obtenidos por una mujer y se ha dado el mérito a un hombre, como en el descubrimiento de la estructura del ADN y Rosalind Franklin.
¿Necesita este campo que se incorporen más mujeres?
Las mujeres constituyen la mitad de la población. Perder la mitad del talento en ciencia, o en cualquier otro campo, es algo que la sociedad no se puede permitir. Dicho esto, cada persona debería ser libre de decidir a qué quiere dedicarse sin que ninguna profesión se asocie a un género determinado, y esto incluye la ciencia y las carreras STEM.
¿Cómo se puede lograr?
Trabajando para evitar sesgos y desigualdades, y dando referentes de todas las clases a las nuevas generaciones.