Un artículo publicado recientemente en la revista Nature Mental Health detalla un nuevo método para predecir una futura resistencia al tratamiento de la esquizofrenia en pacientes que experimentan un primer episodio de psicosis. El trabajo, desarrollado a partir del análisis de historias clínicas del Reino Unido, cuenta la participación de Jesús Pérez, profesor de Psiquiatría de la Universidad de Salamanca e investigador del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (Ibsal).
La gran novedad del estudio es que presenta un modelo de predicción a partir de datos que se pueden obtener en la práctica clínica habitual. “Hay otras investigaciones sobre las posibilidades de que los pacientes que sufren sus primeros episodios psicóticos desarrollen resistencias al tratamiento en un futuro”, explica Pérez en declaraciones a DiCYT, “pero se basan en neuroimagen o datos genéticos”, por lo que solo se pueden obtener empleando alta tecnología e importantes recursos.
En cambio, este nuevo sistema utiliza información personal y datos que se miden habitualmente en los análisis de sangre y que puede manejar cualquier hospital del mundo.
Las claves son el sexo, la edad, la etnia y una serie de marcadores en sangre muy concretos: triglicéridos, linfocitos y fosfatasa alcalina. A su vez, estos valores están relacionados con otros factores determinantes para la resistencia al tratamiento, como ciertos marcadores de inflamación o los niveles de glucosa.
Además, el estudio toma como variable de referencia la administración de clozapina, un fármaco que se utiliza, precisamente, en aquellas personas que presentan una resistencia al tratamiento de la esquizofrenia, algo que le ocurre a la cuarta parte de los pacientes.
Al analizar los datos de cada persona cuando comienza a tener episodios psicóticos, los investigadores obtienen las claves para predecir si en un futuro presentarán esa resistencia al tratamiento.
¿Qué se puede hacer con esa información? “La idea es adelantar el momento en el que se introduce la clozapina. Es un tratamiento muy útil, pero en pacientes jóvenes se tiende a retrasar su administración. Si conseguimos anticiparlo, evitaríamos un empeoramiento de los pacientes”, explica el experto del IBSAL, que hasta hace poco tiempo ha sido profesor de la Universidad de Cambridge y psiquiatra en el Cameo (Cambridgeshire and Peterborough Assessing, Managing and Enhancing Outcomes), un servicio de intervención temprana en psicosis.
El estudio se llevó a cabo con los datos de las historias clínicas electrónicas de cientos de pacientes de Cambridge y Birmingham. Sin necesidad de realizar entrevistas ni pruebas adicionales, un sistema informático ha extraído la información de manera anónima, resultados que se validaron con un millar de pacientes de Londres. “No es un modelo perfecto, pero es un comienzo y, si añadimos neuroimagen y genética, podríamos ser más específicos”, comenta el investigador. Por eso, el siguiente paso de esta línea de investigación será incorporar información genética
Nuevo grupo en el Ibsal
A partir de ahora, en las próximas fases de la investigación participará el nuevo grupo creado por Jesús Pérez en el Ibsal, denominado PRevención e INtervención Temprana en Salud Mental, cuyo acrónimo será Print. Esta palabra, que entre otras cosas significa “huella” en inglés, indica que el objetivo de este nuevo equipo es “identificar los predictores de evolución de primeros episodios psicóticos y de resistencia a tratamiento”.
En línea con el trabajo que Pérez ha desarrollado hasta ahora en el Reino Unido, este equipo trabajará en el estudio de marcadores y procesos biológicos que puedan estar relacionados con salud mental y sean identificables en sangre, pero también analizará factores cognitivos y epidemiológicos.
Asimismo, se abrirán paso otras novedosas iniciativas relacionadas con la detección de pacientes en la comunidad, sobre todo en edad infantil y juvenil en colegios, institutos o centros de salud. “A veces no son detectados y evolucionan a peor”, advierte.
A medida que pasa más tiempo sin que la psicosis sea tratada, el pronóstico será peor, por eso, propone la intervención temprana. “En Salamanca vamos a partir de cero, tenemos que empezar a detectar esta población para su propio beneficio clínico”, apunta.
Por el momento, no es posible detectar psicosis mediante marcadores biológicos en esas fases tempranas. Ni hay un gen de la esquizofrenia ni datos medibles en sangre, pero los expertos no descartan alcanzar ese objetivo a largo plazo, al menos, para determinar qué personas pueden tener cierta propensión a padecer estas enfermedades mentales. Si se logra, podrían “establecer modelos de prevención sin medicalizar, estar alerta de que en un futuro puede haber un problema de salud mental”.
Hasta entonces, la idea es utilizar instrumentos de cribado más sencillos y, en su caso, proceder a una entrevista clínica. Para ello comenzarán a recopilar información en los servicios especializados; después, en Atención Primaria; y finalmente, en centros escolares.
Es decir, “queremos ver lo que no se está detectando, empezando por casos ya confirmados, primeros episodios psicóticos, para avanzar a estadios más iniciales y encontrar personas con riesgo de desarrollar un primer episodio psicótico”. El nuevo paradigma supondrá “ir a buscar al paciente para prevenir el episodio o para tratarlo antes de que progrese hacia una fase más grave”.
El nuevo grupo del Ibsal tendrá componentes dedicados tanto a la investigación como a la parte asistencial y sobre todo será multidisciplinar, incluyendo profesionales de la psiquiatría, la neurociencia, la enfermería, los cuidados o la terapia ocupacional.
La idea es que todos los profesionales sanitarios relacionados con este campo “tengan la oportunidad de hacer sus preguntas de acuerdo con lo que ven en la práctica clínica habitual”.
Además, se introducirá la figura del “investigador paciente”, es decir, “pacientes con experiencia en la patología que pueden aportar muchas ideas sobre lo que estamos haciendo”.