[dropcap]C[/dropcap]onsiderábamos oportuno que el parque de Villar y Macías debía estar presidido por una escultura del historiador de Salamanca y, tras algunos avatares que no vienen al caso, se le encargó a Vicente Cid Pérez, que realizó un retrato exacto del cronista salmantino.
La escultura llevaba un texto muy sencillo: “La ciudad de Salamanca al historiador y cronista oficial D. Manuel Villar y Macías”. Años más tarde, Julián Lanzarote ordenó quitar la placa y poner otra en la que inscribió su propio nombre y la fecha en la que inauguró una plantación en el parque. Cuantos se acercan a la escultura pueden creer que el esculpido es Lanzarote, nada en el pedestal da noticias de que se trata de Villar y Macías. En 1986 se instaló la iluminación en todo el parque, en las pistas deportivas y en los accesos con una inversión de 24 millones de pesetas.
Ciudad Rodrigo y Béjar mantienen en Salamanca dos espacios escultóricos que recuerdan el protagonismo de ambas localidades en la Guerra de la Independencia y en la industria textil respectivamente. Luis Calvo Rengel, concejal socialista, supo del lugar de enterramiento de Julián Sánchez el Charro en Etreros, y nos propuso rescatarlo para que fuera enterrado solemnemente en su tierra, Salamanca.
El obispo de Segovia dio el permiso para que se buscara en la iglesia de Etreros, y las pesquisas dieron su fruto, se encontró la tumba de “El Charro”. Sus restos mortales fueron trasladados al Ayuntamiento de Salamanca y durante unos días estuvieron depositados en el despacho del alcalde. De este episodio he dado cumplida información en otro lugar de estas memorias.
La población de Salamanca se interesó por el asunto, pero donde el tema suscitó pasiones fue en Ciudad Rodrigo. A ese lugar estuvo vinculado. Era natural de Muñoz y había participado en las batallas de Ciudad Rodrigo y Arapiles. El alcalde de Miróbriga, Miguel Cid Cebrián, abogado prestigioso de Madrid, me pidió la entrega de los restos mortales del héroe de la Guerra de la Independencia. Sin quererlo, surgió una lucha por ver quién de las dos ciudades se quedaba con los restos.
Meditando el asunto creí que debía ser en Ciudad Rodrigo el lugar donde reposara definitivamente “El Charro”. Tuvimos que vestir la decisión en Salamanca. Acordamos que el Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo cediese una copia del bajorrelieve de don Julián, que luce al lado de su catedral, para ponerlo en la plaza de Julián Sánchez el Charro de Salamanca.
El traslado de los restos fue todo un acontecimiento. El día de las Fuerzas Armadas, el 30 de mayo de 1981, el arcón con los restos mortales pasó al cuartel de Caballería que llevaba su nombre, donde fue custodiado en su sala de banderas por una guardia especial. Del cuartel pasó a las dependencias del Ayuntamiento y de éste a la Torre del Clavero, sede entonces del Museo de la Ciudad.
La entrega a Ciudad Rodrigo se hizo una fría mañana de enero de 1985. El féretro fue acompañado desde la capital del Tormes por soldados vestidos a la antigua usanza. En el camino, una de las tanquetas sufrió un accidente sin consecuencias para el conductor.
En Ciudad Rodrigo nos esperaba en la Plaza Mayor un destacamento de soldados que rindieron honores y dieron salvas. Después tuvieron lugar encendidos discursos de los dos alcaldes. Ciudad Rodrigo cumplió su palabra, y en la plaza dedicada a don Julián hay una réplica exacta del bajorrelieve mirobrigense, del que muy pocos salmantinos conocen su verdadero significado. El monumento está realizado en piedra Novelda, enmarcado en piedra de granito, y fue tallado por Francisco Garduño Calvo, jardinero mirobrigense.