Este 22 de febrero se conmemora el día de la igualdad salarial en España. Ríos de tinta han corrido, y lamentablemente correrán, sobre la brecha salarial entre mujeres y hombres, pero sigue siendo un término que produce confusión, no sé muy bien si por su comprensión o como mecanismo de negar la evidencia. Yo con estas líneas pretendo dar una definición lo más sencilla posible, tratar de enfocar las causas y cuales son sus posibles soluciones.
La brecha salarial entre mujeres y hombres no es otra cosa que la diferencia entre lo que gana un hombre y una mujer (en salarios expresados por horas y en bruto, antes de impuestos y cotizaciones a la seguridad social). Para llegar a este dato tenemos en cuenta el total de los salarios percibidos por el conjunto de los hombres trabajadores frente al total de los salarios percibidos del conjunto de las mujeres trabajadoras.
Ahora y con datos en la mano, en nuestro país una mujer ganaría alrededor de un 20% menos que un hombre y esto no se debe, por mucho que defiendan algunos sectores de la derecha, a una menor cualificación de las trabajadoras (del total de titulados universitarios más del 60% son mujeres) o una menor implicación laboral de estas mismas trabajadoras. Las mismas fuentes suelen defender que en las empresas no existe diferencia retributiva entre hombres y mujeres pues eso es ilegal, y tanto que lo es!!!, aunque este último planteamiento también es falso además de tendencioso.
La respuesta es más sencilla: El conjunto de mujeres en nuestro país percibe menos retribuciones que el conjunto de varones por la confluencia de varias causas. A muy grandes rasgos, la primera de estas es que la mujer en nuestra sociedad sigue asumiendo el rol de cuidadora (tanto de hijos como de progenitores u otros familiares) y así dos de cada tres excedencias y reducciones de jornada por cuidado recaen en mujeres. Del mismo modo, en cuanto a los contratos a tiempo parcial, o temporales, también dos de cada tres son realizados con mujeres. Al hilo de la igualdad salarial dentro de las empresas la clave está en los complementos salariales arbitrarios que, por pura casualidad o por méritos (nótese la ironía), suelen recaer en el 90% de los casos en los trabajadores varones. Y como colofón, los sectores productivos más feminizados son los peor remunerados en nuestro mercado laboral: dependencia, limpieza, comercio, algunas actividades agrícolas y de la industria alimentaria…
Estas causas antes descritas nos ponen de manifiesto una realidad, los datos son tozudos, y en nuestro país una mujer trabajadora ingresa por término medio alrededor de 5.000€ menos anuales que un varón. Y no lo digo yo, sino que lo dice el INE. Y si esta situación ya es del todo injusta, con más del 50% de la población que suponen las mujeres en nuestro mercado laboral, hay un agravante más: esta brecha salarial se perpetúa en el momento de la jubilación cuando esas trabajadoras de hoy pasarán a percibir un 25% menos de ingresos. Tampoco lo digo yo, lo dice el INSS.
Si la solución a esta manifiesta injusticia fuese sencilla no estaría ahora escribiendo sobre ello. Pero para plantear posibles soluciones a esta disfunción social no tendremos más que revisar la nómina de causas que la producen y tratar de atajarlas o paliarlas. Frente al rol asumido de cuidadoras: conciencia de la corresponsabilidad y sobre todo educación de los más jóvenes. Frente a la discriminación salarial en el seno de la propia empresa: cumplimiento estricto del Real Decreto de Igualdad Retributiva. Frente a la exigua retribución en ciertos sectores: aumento del Salario Mínimo Interprofesional (algo que ya se viene notando positivamente, aunque de forma magra, desde 2018 con el aumento de dicho salario mínimo).
Pero la clave es concienciar. Concienciar al conjunto de la sociedad de que existe un serio problema, aunque le pese a la derecha y a sus planteamientos negacionistas, y poner todo el esfuerzo en lograr una sociedad más justa e igualitaria para todos y sobre todo para todas…