Salamanca guarda un minuto de silencio con motivo del aniversario de la guerra de Ucrania a petición de la Federación Española de Municipios y Provincias.
Salamanca acogió en los primeros días de la guerra a 110 ucranianos que se alojaron en el albergue Lazarillo. Pasado unos meses accedieron a una vivienda.
Entre los diferentes ucranianos presentes en la concentración había algunos que ya llevaban varios años viviendo en España y que aseguraban que “sé que es muy molesto para toda Europa pagar más impuestos. Sé que los pecios han subido. Las personas se quejan y tienen razón, pero nosotros no tenemos la culpa. En Europa las personas y los gobiernos pagan con dinero, pero nosotros los ucranianos y Ucrania pagamos con la sangre de nuestros hijos. Ahora estamos defendiendo toda Europa del imperialismo ruso», explicó un ciudadano ucraniano al concluir la concentración.
Los residentes en Salamanca están trabajando para que vengan más ucranianos a la ciudad. «Son personas buenas, amables, agradables y ayudan mucho. Hemos empezado de cero con dos maletas y ahora estamos bien colocados. Tenemos trabajo, pisos y casas y hemos aprobado oposiciones. Mi caso es diferente porque llevaba aquí más tiempo, pero ahora estamos ayudando a los que llegan”, apunta.
Desde la Asociación de Ucranianos explican que la mayoría de las personas que llegaron hace un año, ya no están en Salamanca. «Hay historias muy tristes, porque lo han perdido todo. En Ucrania ya no tienen nada. Esperamos que pronto tengamos paz y que la guerra», matizan.
Además, señalan que «lo curioso es que las personas se están acostumbrando a las sirenas, porque antes cualquier sirena las personas huían a esconderse y ahora dicen: paramos un momento, nos tiramos al suelo y que pase lo que pase”. Ya están cansados de todo esto pero es muy duro. Hay muchas historias escritas sobre personas que huyeron», matizan.
Por último el testimonio de una ucraniana que lleva en Salamanca un año. «Vivo con mi hija, mi hijo está en Ucrania. Cada día hablo con él. No puede vivir normal, porque no hay internet y no puede trabajar. Cada día suena la sirena y cada día hay bombardeos”, concluye.