El psiquiatra y neurólogo francés Boris Cyrulnik, principal impulsor de la popularización del término ‘resiliencia’, alertó este viernes durante su participación en la ponencia inaugural del VI Foro de la Cultura de que “un bolígrafo puede matar más que un fusil”.
ICAL. Superviviente del Holocausto, Cyrulnik incidió en que el odio “no es algo natural, sino que apareció con la civilización”, y diferenció entre lo que considera “odio ardiente”, que define como aquel en el que se busca la “destrucción del adversario inmediatamente”, y el “odio gélido”, caracterizado por una “técnica que permite controlar esa pasión”. “Es la técnica administrativa la que puede matar”, deslizó el veterano investigador francés.
Junto a Cyrulnik, intervinieron el cineasta norteamericano Todd Solondz, el superviviente de los atentados contra Charlie Hebdo Philippe Lançon y el periodista de The New Yorker Andrew Marantz, así como el coordinador del Foro, Óscar Blanco. “La persona que odia no es libre, es la primera víctima de su propio odio”, planteó Lançon, que definió a aquellos que viven por y para ello como “esclavos de esa pasión”.
“Hay tantas formas de amar como de odiar”, recalcó el cineasta Todd Solondz, para quien el “contexto” en el que tiene lugar ese sentimiento “es importantísimo”. “El odio puede tener un aspecto positivo si se utiliza para superar fuerzas o sistemas opresivos”, reflexionó el autor de filmes como ‘Happiness’ y ‘Bienvenidos a la casa de muñecas’.
Ante la relación entre el odio y la actualidad, con la guerra en Ucrania presente, los ponentes coincidieron en señalar que no existe más odio que en épocas pasadas, si bien consideraron que se visibiliza más debido al incremento de las tecnologías de la comunicación y, sobre todo, de las redes sociales. “Todo lo que se ve en Internet sucedía ya en la Grecia clásica”, apuntó Marantz, especialista en el funcionamiento de la extrema derecha norteamericana en el contexto digital.
Sensación de seguridad
Cyrulnik, que, de niño, sufrió la Segunda Guerra Mundial, donde perdió a familia directa en los campos de exterminio, y, con más edad, la Guerra de Argelia, confesó durante su intervención en el diálogo ‘Odio ardiente, odio gélido’, moderado por la periodista María Ramos, que jamás pensó que “ese horror se volvería a reproducir y, sin embargo, ha ocurrido”, dijo en referencia a la invasión rusa en Ucrania. “La guerra no está muy lejos, estaba convencido de que no volvería jamás, pero la tenemos a apenas unas horas de avión”, recordó.
Para el autor francés, este conflicto “está legitimado por el odio”, aunque, lejos de mostrarse pesimista, lanzó un mensaje de esperanza para las generaciones venideras, pues considera que hay una solución para evitar la violencia: la educación. “Estamos creando una nueva cultura, a los bebés les hay que dar confianza y herramientas para que puedan utilizar más la palabra y no la violencia”, puntualizó.
Cyrulnik también aprovechó su intervención para desgranar la relación entre su experiencia personal y el concepto de resiliencia. “No tenía derecho de ir a la escuela, a los judíos en Francia se nos prohibió ir la escuela”, explicó para, acto seguido, confesar que, cuando pudo recibir una educación estable, a pesar perder varios cursos, pudo adaptarse porque eso le dio confianza. “La cultura da una sensación de seguridad”, señaló para indicar que la resiliencia no consiste en “olvidar el trauma”, sino en “utilizar la desgracia para comprometerse con la sociedad”. “No es lo más fácil, pero es posible”, concluyó.