El folclore tradicional brilló con luz propia este sábado en la cuarta y última jornada de la popular Matanza Típica de Guijuelo, incluida en el circuito de matanzas de la Diputación Provincial de Salamanca.
El evento sirvió para nombrar matanceros de honor a la diseñadora Amaya Arzuaga, el chef Óscar Calleja, el escritor Zacarías Puente, José Manuel de Bustos, y los folcloristas Ceferino Torres, Gabriel Calvo, Pepe Gil Cacho y Ángel Rufino de Haro ‘El Mariquelo’.
Decenas de guijuelenses y visitantes se dieron cita esta fría mañana de febrero en la plaza de Castilla y León, popularmente conocida como plaza de la Matanza, para asistir al evento cultural de referencia en la localidad chacinera. Desde mediodía no pararon de sonar las tradicionales melodías charras de dulzaina y tamboril que acompañan en el ambiente al sempiterno olor a lumbre que impregna cada año esta celebración. Como siempre, las herramientas de despiece, dispuestas junto al cerdo que aguardaba su despedida desde el cajón.
Durante esta última cita de las XXVII jornada de la Matanza Típica de Guijuelo tuvo lugar, además el XXV capítulo de la Cofradía Gastronómica de Guijuelo, que contó, como invitadas, con la cofradía del queso cántabro y otras tres cofradías portuguesas, todas ellas homenajeadas en un acto que condujo el comunicador Javier Pérez Andrés y que estuvo presidido por el alcalde del municipio chacinero, Roberto Martín.
El último fin de semana de la Matanza Típica de Guijuelo estaba incluido además en el circuito de matanzas típicas de la Diputación provincial, que cuenta con hasta 52 municipios diferentes en la edición de 2023.
De ahí la presencia de su presidente, Javier Iglesias, quien reconoció micro en mano como “un placer” su asistencia un año más. “Sois el epicentro del ibérico, no solo de Salamanca, sino de toda España”, manifestó durante su turno de palabra el mandatario, antes de agradecer a los guijuelenses su “capacidad para crear riqueza, puestos de trabajo y, en definitiva, dar vida a los pueblos, que es lo que hace falta”. “En Guijuelo se hacen bien las cosas y estamos orgullosos”, concluyó ante el aplauso de los presentes.
A continuación, los matanceros de honor recibieron uno por uno sus correspondientes reconocimientos, trofeo y jamón incluidos, antes de que los matarifes, bien ataviados con su mono azul y su boina, ejercieran oficio a la antigua usanza bajo una pérgola que, desde hace años, sirve para ocultar el acto de muerte, tanto el tiro de gracia como el desangrado del animal.
Más tarde, tuvo lugar el despiece y la quema ante los ojos de unos asistentes que pudieron saborear el aguardiente y las perrunillas que, un año más, las águedas, bien vestidas como antaño, se encargaron de repartir. Hacia las 13.30 horas comenzó la degustación solidaria de los productos de la matanza, y a continuación los salones de El Pernil Ibérico acogieron la comida de matanza.
