La Audiencia Provincial absolvió a dos salmantinos que se denunciaron mutuamente tras haber contraído una relación contractual para la reforma de un bar.
De una parte, la empresa encargada de la obra, que reclamaba un total de 6.599 euros por un delito de estafa en grado de tentativa, y de otra, el dueño del establecimiento, que interpuso una demanda por falsedad tras conocerse en el procedimiento que uno de las firmas estampada en el contrato no era real. Un delito al que tuvieron que enfrentarse ambos, pues el documento fue aportado al procedimiento por la otra partes, informa Ical.
El acusado de estafa en grado de tentativa se enfrentaba a una condena de un año y diez meses de prisión, según la petición del Ministerio Fiscal y la acusación particular elevaba la petición hasta los tres años, en este caso para ambos, por el delito de falsedad. Sin embargo, tras escuchar las testificales en el juicio oral, la sala considera que “los hechos declarados probados no son constitutivos de delito”.
Con respecto a la firma, la sentencia especifica que no hay constancia de “dolo falsario” puesto que, en el momento de aportar el documento, una de las partes desconocía su falsedad. Asimismo, de la otra parte, el hecho de que la firma no se pareciera en nada a la original, sino que fuera un “garabato”, decantó a la sala porque no había intención de engañar, pues había una relación laboral previa entre ambos, sino que se trató de evitar una demora puesto que el responsable se encontraba de viaje.