La ética médica es “un sistema de principios morales que se aplican a la investigación y a la práctica de la medicina”. A los principios clásicos de No-maleficencia (primun no nocere), y Beneficencia, se han sumado recientemente otros dos: Autonomía del paciente y Justicia como las bases que sustentan el ejercicio moderno de la medicina. En ocasiones puede tener lugar un conflicto entre estos cuatro principios éticos y, en ese caso, los principios de NO-maleficencia y Justicia, que se consideran de nivel público y obligatorios, se sitúan por encima de los de Beneficencia y Autonomía que son considerados del nivel personal y, por tanto, privados.
Desde hace muchos siglos la medicina se ha ejercido de dos maneras: una privada para ricos, para quien podía pagarla, y una de beneficencia para pobres. En las últimas décadas del siglo XX se han producido dos factores que han modificado la forma de ejercerla: la aparición de procedimientos médicos complejos que exigen un trabajo en equipo y que tienen un coste muy elevado (por ejemplo, los trasplantes), que solo estarían al alcance de una minoría de la población, los ricos muy ricos, y la creación de sistemas públicos de asistencia sanitaria para cubrir las necesidades de toda la población: los sistemas públicos de salud.
Es por ello que el principio de justicia ha tomado gran relevancia en el ejercicio médico actual y que la participación de los médicos en la toma de decisiones sobre la forma de administrar la asistencia sanitaria los convierte en ejes fundamentales del sistema sanitario público, principio que no cumplen otros protagonistas con mayor capacidad de decisión que dirigen el sistema sanitario como por ejemplo gestores y políticos que, sin embargo, determinan el ejercicio médico.
El principio de Justicia indica que se deben distribuir los bienes y servicios sanitarios buscando proveer el mejor cuidado de la salud según las necesidades de cada persona y promover el interés público. El criterio para saber si una actuación médica es o no ética, desde el punto de vista del principio de Justicia, es valorar si la actuación es equitativa: debe ser posible para todos quienes la necesiten e incluye también el rechazo a la discriminación por cualquier motivo. Estos dos aspectos tienen carácter político. Defender como médicos estos principios es imperativo desde la perspectiva ética y es hacer política sin ningún lugar a dudas.
Este principio ético es el verdadero caballo de batalla que está en juego en la España actual cuando se pretende desmontar el sistema sanitario público y sustituirlo por el privado, por ello los médicos españoles se movilizan, porque la aplicación de este principio no solo corresponde a los políticos, como parece creer la señora Ayuso y la Comunidad de Madrid, u otras autonomías como Andalucía que más silenciosamente aplican criterios similares, y no solo sucede en ellas dos, mientras acusan de forma peyorativa a los médicos de “hacer política”, sino también al ejercicio médico basado en uno de los cuatro principios de la ética profesional.
Hoy en día el término «político» se encuentra desvirtuado, haciendo creer a la gente que la «política» es una profesión o carrera. Sin embargo, mirando a las raíces griegas de la palabra se ve que muchos de los que se denominan hoy en día a sí mismos «políticos» sólo son «idiotés», ya que no responden a lo que le concierne al Estado o ciudad, sino que velan por sus propios intereses y por eso no quieren que los ciudadanos, en este caso los médicos, “hagan política”. Quieren que los ciudadanos, médicos incluidos, sean también «idiotés» y se desentiendan de la política, es decir de las cosas que les afectan y, en este caso concreto y referido a los médicos, de uno de los cuatro principios éticos, el de justicia.
SI, el ejercicio ético de la medicina es también una forma de hacer política y, posiblemente sea uno de los modos más éticos de practicar “la política” (del latín politícus o del griego politikós).