La jurista salmantina Araceli Mangas Martín ha recibido este miércoles 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, el V Premio Beatriz Galindo ‘La Latina’. El Colegio de Abogados de Salamanca le ha concedido el galardón por “su trabajo constante” para lograr la igualdad entre hombres y mujeres.
El Colegio de Abogados de Salamanca ha entregado el Premio Beatriz Galindo a la jurista Araceli Mangas. Desde la Comisión de Igualdad han querido “resaltar la labor en el mundo del Derecho” de la galardonada, nacida en Ledesma y formada en la Usal, donde también ha ejercido varios años la docencia.
Dicho premio ha sido concedido a Mangas “en reconocimiento a sus numerosos méritos académicos y profesionales, y en especial, a su trabajo constante para avanzar en la igualdad plena, real, efectiva entre hombres y mujeres, que ha ayudado a derribar techos de cristal y es una importante referente femenino tanto a nivel nacional como internacional.
La premiada ha agradecido el reconocimiento asegurando que desempeña su trabajo “sin tolerar desigualdades o discriminaciones” y con la convicción de que “no puede haber ninguna diferencia entre hombres y mujeres”. “Las únicas diferencias serán entre cada persona, en función de sus propios méritos, esfuerzo, trabajo, etc.”.
Por otro lado, Mangas ha señalado que, “aunque hemos hecho un recorrido importante en los últimos años. Especialmente en la etapa de la democracia. Aún hay que reconocer que hay que hacer todavía mucho más para las mujeres”.
Si bien, ha matizado que “el feminismo es una lucha por los derechos humanos, no un problema ni de izquierdas ni de derechas”. Y ha asegurado que “la lucha feminista no ha empezado ahora, ni mucho menos con este Gobierno y sus ministras”. En este sentido, ha citado a dos mujeres “que fueron unas grandes pioneras en España en el siglo XIX”, como son Emilia Pardo Bazán y Concepción Arenal.
Respecto a los objetivos que se deben lograr, la jurista destaca algunas “metas ambiciosas” como “romper los techos de cristal” o acabar con la “falta de ambiciones en algunas mujeres”. “Hay que tener ambiciones y romper los techos, cada uno en función de sus circunstancias, porque la sociedad no lo pone fácil”. “En la Real Academia desde 1857 no ha habido ninguna mujer”, ha ejemplificado.
Asimismo, advierte que no se debe caer “en la trampa de la excelencia”. Esto es, “que las mujeres que llegan deben ser excelentes”. “¿Por qué?”, se pregunta, “si los hombres que llegan son, en muchísimos casos, normales. A veces, mediocres. Y, a veces, claramente ineptos”.
“Las mujeres queremos la mitad de la Tierra, la mitad del cielo y la mitad del poder”, ha concluido.