La charla con el profesor, teólogo y poeta habla de Amor con mayúsculas. Rara será la respuesta que no haga pensar al lector. Incluso, le surgirán otras cuestiones al terminarla. La excusa para mantener esta conversación ha sido que Francisco García Martínez participa en el recital ‘Poeta ante la Cruz’ el domingo, 26 de marzo, a las 18.00 horas en la Catedral Nueva.
Francisco, ¿la poesía, independientemente de si es o no religiosa, nos acerca a Dios?
Todas las cosas pueden acercarnos y alejarnos de Dios. La cuestión es que las cosas dicen más que lo que se ve de manera inmediata. Todas las artes ayudan a ver que la vida humana es algo más que lo inmediato y funcional. Hay una llamada a que seamos más nosotros mismos, a que demos de sí. Para un creyente, esta llamada de dar más de sí, que no sabemos de dónde viene, es una llamada de Dios. Cuando uno escribe poesía, ve que le sale más de lo que inmediatamente se ve. Esto es lo que llamaban antes las musas.
Y ahora…
Sí. Esto dice que estamos habitados por un misterio que es más grande que nosotros. Esto siempre lleva a Dios.
Ha comentado que las cosas ordinarias le hablan de Dios. ¿Qué enseñanza o qué le cuentan?
Para mí, la primera realidad que nos dicen es que nos son dadas, que ni siquiera nosotros mismos nos hemos dado a nosotros mismos, que toda la realidad está ahí para nosotros, que en ese sentido, depende da algo previo. Esto nos invitada a percibir que están para darse a través nuestro. Esto es lo más inmediato y lo más difícil de ver. Tenemos una mente, una forma de vida, que nuestra cultura ha reforzado, que es muy funcional con las cosas: ‘¿para qué me sirve esto?’ Antes de ver que esto es algo, que antes de servirme, me está dando vida.
¿Qué ha aprendido de Jesús con el estudio de su persona y obra?
Lo que he aprendido es que nunca lo conoces del todo, pero no porque no conozcas los datos de su vida. Eso lo conocemos, no vamos a encontrar cosas nuevas. La cuestión es que en el estudio, sobre todo cuando se hace con Fe, es como buscar, entrar más en una relación. En una relación normal siempre hay más de lo que, yo ya sé de ti, porque le dejas dar de sí. En este sentido, Cristo aparece siempre como algo nuevo según la forma en la que le mires y según el lugar o momento vital o cultural desde lo mires.
Es como la naturaleza cambiante.
No tanto cambiante, es que no le ves del todo desde donde estás. Nadie ve toda la realidad en una simple mirada. Lo mismo que nadie ve la realidad del otro, de una persona, desde una mirada inmediata. Cristo no es solo lo que hizo, también lo que es para los creyentes. El estudio va mostrándose al hilo de lo que vamos viviendo. Antes de vivirlo no se conoce. Le pasa un poco como nosotros. Nosotros nos conocemos al hilo de lo que va aconteciendo en nuestra historia. De tal manera que algunas veces parece que somos nuevos, somos los mismos, pero la realidad ha hecho que la realidad saque elementos que están ahí, pero están esperando a mostrarse cuando hay una llamada desde fuera.
¿Cristo es interesante incluso si no crees en él?
Sí. Al menos, lo pienso. Siempre es interesante, pero no solo eso. Es atractivo o repulsivo.
Eso también es muy atrayente.
¿Por qué? Porque se manifiesta como un ser humano irreducible a cualquier sistema, no cabe en ningún sistema. Esto dice que el ser humano es más que cualquier cosa que lo quiera encapsular. Sobre todo lo es por su manera de relacionarse con los demás, porque no hay nadie que no quepa a su lado. No que aceptó todas las cosas como son.
Eso sería un pusilánime.
Y además malo, porque hay cosas que son malas. Todos tienen un espacio a su lado para ser más. Para mí es lo que es especialmente interesante de Jesús, más allá de la Fe. La presencia de Jesús te invita a encontrar una humanidad más grande o a recuperar la humanidad que está demasiado oprimida por la realidad, la sociedad, la política, la economía o por la culpa, el desprecio,… Te ayuda a ensanchar la humanidad en una relación que puede ser de Fe.
¿Qué significa una relación de Fe?
De tú a tú, que está viva. O una relación de no creyente. No crees que está vivo, pero la memoria de su forma de ser te impulsa a más, a dirigirte con una humanidad mayor.
Después de más de 2.000 años. ¿Qué podría ser ahora trending topic de las enseñanzas de Cristo?
Lo mismo que siempre. (Sonríe)
¿Eso es?
No sé yo si sería trending topic.
(Risas)
Porque lo propio de Jesús es que su forma de ser es la que da la plenitud de la vida, pero estamos tan enredados en querer coger la plenitud de la vida a corto plazo, que rechazamos su propuesta. San Juan de la Cruz decía el amor no es amado. Nosotros sabemos que necesitamos amor, Cristo es el amor encarnado. Sin embargo, ese amor encarnado desestabiliza todos nuestros apaños para vivir lo inmediato, estrujándolo, sacándolo de sí. Por eso, Jesús, que en todos los momentos históricos, tiene una palabra que decir sobre lo humano, a la vez en todos los momentos históricos, es rechazado.
¡Guau!
Con Jesús va la Cruz. No hay Jesús sin Cruz, no porque a él le guste el dolor o porque tengamos que sufrir, es porque nuestro mundo lo produce.
Opino que se valora más lo que consigues si hay un esfuerzo. Llamémoslo Cruz.
No me refiero tanto a la Cruz como esfuerzo, sufrimiento para hacer cosas, es más una Cruz impuesta. Jesús no busca la Cruz con esfuerzo, eso viene dado con la vida corriente. Jesús pone delante que nosotros imponemos cruces a los demás para vivir bien, pero además, Jesús esto lo lleva al límite, porque nos hace ver que imponemos cruces a los que nos pueden salvar, a lo que nos puede salvar,..
¿Qué es?
El amor. No aceptamos el amor. Eso es lo que llamamos en Cristiano, el pecado. Eso es por lo que yo digo que sería trending topic, como fue en su tiempo, durante un tiempo. Después ya… Hay un momento en el que Jesús dice: ‘Tenéis que alimentaros de mí, el que no me coma, no tiene vida’. Se da cuenta que este lenguaje es muy duro de aceptar y empezaron a marcharse. En el Evangelio de Juan dice a los más cercanos: ¿También vosotros queréis marcharos? Porque un amor que se entrega del todo, supone aceptar al otro en su inaceptabilidad también y eso no lo queremos hacer.
¿No lo queremos hacer porque eso supone entregarnos al 100%?
Evidentemente. En los primeros relatos del Génesis, cuando aceptas el don del otro, el que el otro te mira para darse, que es lo que es el Paraíso, no hay ningún problema, cuando no lo aceptas, te sientes desnudo, vulnerable. Este es el problema, cuando tú quieres dominarlo todo, al final tienes que esconder la parte que no dominas, que es pobre, pequeña y que necesita del don de los demás. Si tú no aceptas eso, lo que quieres no es que los demás te lo den, más bien cogerlo tú. Eso es la Cruz.
Seamos prosaicos. ¿Cree que internet es una plataforma para dar a conocer la obra de los artistas o internet está haciendo que muchos artistas se autocensuren y sigan el camino del conformismo y el buenismo?
El problema de internet y de las redes, no tanto es la autocensura, que puede existir en algunos momentos, me parece que es mayor el discurso de autoconsumo. Es decir, uno habla para los suyos.
Algo de eso hay.
En la política es muy claro. Al principio, en las redes no te censuras y vas a tener un grupo de personas que te arropa y no te deja ver más allá de tus narices. Esto para el arte es muy malo, porque el arte es provocativo, profético. No solo, pero también. De poner a la sociedad ante una vida que no ve o no quiere ver. En ese sentido, las redes serían buenas, pero parece que se vuelven sobre sí mismas y cierran esa posibilidad.
¿Es solo de las redes eso?
No. Es de lo humano, que se expresa también en las redes. Sería bueno que nos sentáramos y escucháramos lo que dice el otro. Decía San Ignacio: ‘Intentar salvar lo bueno de lo que dice el otro cuando le escuchas’.
¿Qué nos pasa en los diálogos?
Que te cierras con los tuyos y nadie te contradice.
¿Dónde colocamos el arte?
Debe mover la mirada. Descentrar la mirada, incluso para uno mismo. Por ejemplo, en la poesía hay veces que cuando vas escribiendo, van apareciendo cosas que al inicio no has pensado y que te preguntan desde el texto que has escrito. A veces, aparece un texto extraño.
¿La crítica haría que mejoraran los artistas?
Vuelvo al principio, todo acerca a Dios o todo puede ser parte de Dios. De inicio, toda crítica te hace daño.
¿A qué se refiere?
Te hace ver tu limitación.
O vanidad.
La vanidad es la no aceptación de la limitación. De inicio te hace daño, pero puedes utilizar la herida para ensancharte.
¿Sí?
Porque el artista crece. Cuando no hace eso, se ensimisma.
O la herida se gangrena.
No siempre. De hecho, hay veces que uno tiene una herida y se le infecta por dentro, ha desaparecido la herida, la medicina te abre para que salga la infección. Nosotros en nuestra vida tendemos a protegernos a vestirnos, la herida provoca una apertura para la recepción, te prepara para el don, que de otra manera.
¿Por ejemplo?
Al principio, en una relación de amor funcionamos como seductores, pero en un momento determinado, el otro se da cuenta de quién somos y no podemos ser seductores. Eso nos hiere. Hay dos caminos: o reafirmarnos o aceptamos que el otro nos quiere porque quiere.
¡Qué duro!
(Risas) Aquí, la herida nos salva, porque nos hace descubrir que el amor es gratuito, que se nos da, que no lo controlamos. Esa herida, que puede cerrarnos, puede abrirnos. Decía un poeta de la Edad Media: ‘Por la herida entra la luz’.
Ohhh.
La herida de la limitación. Cuando tú lo organizas todo, Dios deja de existir, porque no cabe en tu mirada; cuando todo lo que estás organizando, ves que no depende de ti, porque en cualquier momento se iría, porque está ahí antes de ti, entonces puedes percibir en esa limitación, que en algún sentido te humilla, genera una humildad en la que reconoces que esto me es dado.
¿Le ha costado mucho pasar de los haikus –tres versos- a un poemario tan dilatado como es el Poema ante la Cruz?
Es otro estilo totalmente diferente. No me ha costado pasar de uno al otro.
¿Siempre ha hecho haikus?
No, venía de este tipo de poesía. Este tipo de poesía, como se va a ver en el acto, es pura oración. No hablo sobre algo, hablo a alguien. Es una forma de oración con cadencia, no tanto con rima, que no la tiene. Eso ha formado parte de mi vida desde hace mucho tiempo. De hecho, hay otro libro que es ‘Fragmentos de oración’ que son oraciones pequeñas en forma de poemas.
¿Qué es lo que más le ha costado?
El hilo argumentativo que une todos los poemas.
Explíquese.
Al utilizar la poesía como forma de expresar mi oración, tiendo a hacer cosas cortas. Te he dicho esto; siento que entre los dos ha habido esto,… ya está. En el poema ante la Cruz hay uno, dos, tres,… y tiene que ir desde un comienzo, progresando, hasta el final. Esto me ha costado más, porque en poesía no lo había hecho nunca.
¿Cómo es la estructura?
No es muy grande. Son catorce poemas.
¿Cuántas veces ha visita al Cristo Yacente de la Misericordia y de la Agonía Redentora desde que recibió el encargo?
Muy pocas. Tengo la imagen de la talla del año pasado. No se puede decir que haya hecho un poemario a esa talla. Para mí, todas las tallas son una. Lo que sí he intentado coger es el tipo de representación.
¡Impresionante!
Es un Cristo desfondado, agónico,.. Es el Cristo, que en principio, no queremos ver. Es un Cristo que te está mostrando el reverso del mundo. Eso es a lo que he intentado acercarme.
¿Le ha dedicado algún haiku?
No, porque son descriptivos, mientras que el temario se parece más al otro libro que tengo de poemas, que son más relacionales. Ante un Cristo no describo, hablo.
Una vez que ha terminado. ¿Cómo se ha sentido?
Voy a contar una anécdota.
Adelante.
Cuando le he dado el poemario, he empezado a intranquilizarme.
¿Por qué?
He pensado que era muy corto.
¿Qué ha hecho?
He añadido un poema y se lo he mandado.
(Risas)
Estaba convencido de que tenía unidad, que había movimiento narrativo, pero dos reparos: uno a que fuera demasiado corto y en relación a lo que es el acto en sí, a lo que quiere la cofradía.
Y, ¿el otro?
Este es para mí más importante. Se ve en el poemario, es a si no estoy haciendo algo que no se debe hacer.
¿Sí?
Hay palabras, afirmaciones que pertenecen a la intimidad. Cuando se dicen delante de otros, es como una parte de exhibición que las deforma. Esto me da miedo. Hacer de una relación de intimidad creyente, una expresión de exhibición. Como es poesía, hay peligro. Es como cuando uno va a comulgar y está pendiente de que le van a hacer una fotografía. Creo que no lo medimos habitualmente, pero es fundamental en la vida humana y para un creyente es fundamental.
Algo más…
Sí. Es un poemario que dice que la Cruz no deja títere con cabeza. Pone en tela de juicio a todo el que quiera reducirla a algo que se pueda decir, a algo que tú dominas al decirlo. La Cruz lo primero que hace es que te juzga. Te dice: ‘Yo estoy aquí como están tantos otros, ¿dónde estás tú? ¿has venido a hacerme un poema?’
¡Qué duro con usted!
¿Has venido a sacarme en procesión? ¿A ver lo bonito que soy? ¿Lo bien hecha que está esta talla?
¡Qué machaque!
En este sentido, mi poema es muy duro.
Sobre todo con usted.
La Cruz, en la vida Cristiana, antes de ser salvífica, nos acusa de que queremos esconder nuestra miseria, indiferencia ante los que sufren, el sufrimiento que provocamos,.. La Cruz nos condena. Solo después de que aceptemos eso, nos puede salvar. Es la que nos salva. Aún así, la mirada del Cristo en la Cruz te recoge. Si no se acepta eso, queda envuelta en algo que no es verdadero, en puro exhibicionismo y eso es lo que me preocupa.
¿Le resulta más sencilla explicar a través de los tres versos -haikus- algo tan indescriptible como es la Resurrección?
El poemario de los haikus no lo inicié pensando en hacerlo. Cuando predico en misa, ¿de qué hablo cuando menciono la Resurrección? Es algo de lo que no es representable. Cristo, como vivió, es representable, el resucitado, no. ¿Qué es lo que decimos con una vida plena, eterna, que está en todos los sitios como relación pura? Intenté crear imágenes no visuales.
Eso es saltar sin red.
Quise mezclar la imagen y el concepto, algo que se intenta hacer en los haikus. Crear intuiciones que no se pueden representar, que funcionan con metáforas. Hice una, otra y llegué a la 13 por casualidad. Si la hice de la Resurrección, pensé: ¿Por qué no las hago de la muerte? Que es algo irrepresentable y por amor, mucho más.
Y siguió.
Si. Luego vinieron los haikus sobre la vida misma. Empecé a darme elementos de la vida humana de todo el mundo, nacimiento, fracaso,… Voy a hacer 13 de cada uno. Empezó siendo una forma de querer ver más allá de la realidad inmediata.
Francisco. ¿Por qué tenemos que creer?
No tenemos que creer. No hay que creer.
Cree qué si creyéramos más, en lo que sea, ¿avanzaríamos más?
No hay que creer.
Se nos caen los mitos.
(Risas)
Lo mismo que no hay que amar.
¿Nooo?
No puede ser un mandato. Es más que un mandato. En este sentido, todos creemos. Creemos que cuando hablamos al otro, nos va a escuchar. Hay una forma de relacionarnos que presupone la confianza. La Fe es más que un mandato, es un presupuesto de la vida, pero que no siempre se expresa.
¿La Fe en Dios?
Podemos vivir sin él. De hecho, vivimos mucho sin él. La cuestión es si no se nos estrecha el campo de nuestra propia vida. ¿Hay que vivir con los demás? Sí, pero si les dejamos espacios, nuestra vida misma se ensancha. Esto pasa con Dios. Si nosotros en la Iglesia, los curas, decimos: ‘Tienes que creer’. Entonces, ya es un mandato. Creer es aceptar que hay un misterio en la vida que te está llamando a que te descubras, a que recojas lo más profundo de ti, que siempre es bueno, que te es dado en la mayor parte de las veces. Creer, para el creyente, es que es misterio, no solo nos dice que hay un fondo bueno, redime, que rescata, repara, perdona y que siempre da futuro. Siempre es siempre. No hay ninguna vía muerta, más que nuestra propia cerrazón a la vida. Cuando está cerrado todo, Él abre una posibilidad de ser redimidos, te la ofrece. Por eso, para mí la cuestión no es hay que creer, hay que amar, sino rescatar que va con nosotros, porque estamos creados para abrirnos, para confiar. Cuando nos abrimos a eso, descubrimos lo que somos.