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San Juan de la Cruz y Tirso de Molina

JESÚS MÁLAGA: ‘Desde el balcón de la Plaza Mayor’ (Memorias de un alcalde)
La estatua de San Juan de la Cruz situada en Arroyo de Santo Domingo.

[dropcap]S[/dropcap]iempre me ha impresionado la vida y obra de San Juan de la Cruz. Su estancia en Salamanca para estudiar en la Universidad es poco conocida. Nuestra ciudad ha acogido en su historia muchos personajes ilustres pero, olvida, con relativa frecuencia, a los que la han dado lustre universal.

Se cumplía el cuarto centenario de la muerte del carmelita descalzo más conocido, y para recordarlo se mandó inscribir en la puerta de la iglesia del Carmen de Abajo un recordatorio de su instancia en Salamanca. Pero nos parecía poca cosa y decidimos realizar una escultura. Convocamos un concurso, siendo elegido Fernando Mayoral Dorado para ejecutarla.

Poco tiempo fue el que tuvo Mayoral para realizar su obra. El Ayuntamiento tenía previsto su inauguración coincidiendo con la Feria del Libro, a celebrar el 5 mayo de 1993. Una conferencia de Luis Enrique Rodríguez-San Pedro sobre la estancia de San Juan de la Cruz en Salamanca, un concierto del coro Francisco Salinas y la inauguración de la escultura por el primer teniente de alcalde Carlos Adame, fueron los tres actos de aquel día.

No pude asistir, como había sido mi deseo, se lo había prometido a los carmelitas calzados. Me encontraba aislado en la isla de la Palma, donde me había trasladado para pasar con unos amigos, Javier Neris y Alicia González, su mujer, las fiestas de la Cruz de Mayo.

El empeoramiento del tiempo hizo que se cerrara el aeropuerto y nos quedáramos aislados sin poder asistir al descubrimiento de la escultura de Mayoral. El escultor ha sabido transmitir en su obra el misticismo de fray Juan de la Cruz. La ubicación fue acordada con la comunidad de carmelitas, en uno de los parterres del arroyo de Santo Domingo. Al ser un lugar de paso para cuantos visitan Salamanca, la obra es frecuentemente admirada.

Tirso de Molina no estuvo en Salamanca, al menos de forma estable. Sin embargo escribió sobre nuestra ciudad y provincia como si de un salmantino más se tratara. En sus escritos habla de nuestra tierra dando muestras de que la conocía con detalle. Así lo podemos comprobar en la comedia “La Peña de Francia”. En 1627 publicó “Doce comedias nuevas” que dedicó al regidor Alonso de Paz.

Conocí la vida y obra de Tirso a través del profesor Vázquez. Este mercedario asentado en Salamanca, catedrático de Psicología Religiosa e iniciador de los estudios psicológicos en España, fue él el que me habló de su hermano de comunidad. Otra persona que me dio a conocer a Tirso escritor fue la profesora Berta Pallares, considerada la primera autoridad en Tirso, que ha publicado muchos trabajos sobre fray Gabriel Téllez, uno de los mejores dramaturgos españoles.

Las aportaciones de Tirso a Salamanca le hacían acreedor de una escultura. El encargado de plasmar su figura en granito fue Enrique Orejudo, que presentó al dramaturgo vistiendo su hábito de mercedario, con los brazos entrecruzados. La plaza escogida para la escultura, la de San Marcos, fue urbanizada para la ocasión, pero no se logró ambientar la obra con la remodelación del ágora.

Esta plaza, dependiente de la Clerecía de San Marcos, era el segundo de los asentamientos judíos de Salamanca, después del de la calle Veracruz. La clerecía de San Marcos tenía privilegios sobre el entorno de la plaza y los hijos de Moisés se sentían protegidos. Remodelada nuevamente, todavía no se ha logrado la integración de la escultura con su medio.

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