Opinión

Médicos, pacientes y conflictos sanitarios. A propósito de Madrid

Marea blanca en Madrid.

Llevamos mucho tiempo escuchando el grito desesperado de los médicos de atención primaria que, como el cuadro de Munch, refleja la angustia y ansiedad acerca de sus condiciones de trabajo y la influencia que tienen en el deterioro cuantitativo y cualitativo de la asistencia que prestan a los pacientes.

El motor de la huelga de médicos en Madrid ha sido la unión de ciudadanos y profesionales ante la situación crítica de la atención primaria madrileña sometida a una estrategia política de desgaste. El movimiento de protesta ha mostrado fortalezas y debilidades y refuerza la idea de que solo la unión de ambos colectivos conseguirá defender un sistema sanitario público sostenible y de calidad, al que poderosas corporaciones sanitarias privadas, con la complicidad de algunas administraciones públicas, han puesto la proa hace tiempo y que consideran a Madrid como la batalla más importante de la larga marcha privatizadora de la sanidad española.

Del conflicto en la sanidad madrileña, el primero y más importante de todos los que tienen lugar estos meses, se pueden extraer algunas ideas acerca de la interacción entre administración sanitaria, profesionales y ciudadanos.

No se puede entender la duración de este conflicto sin la cerrazón de la Comunidad de Madrid (CAM) en defensa de su “modelo sanitario oculto” destinado a privatizar la sanidad pública madrileña; solo ha negociado con los médicos ante la proximidad de las elecciones y únicamente aspectos que no cuestionan dicho modelo. Tampoco se puede entender el conflicto sin el extraordinario apoyo de los madrileños a los médicos en huelga. No ha sido solo un conflicto profesional ni sindical, ha sido mucho más y sus consecuencias se prolongarán durante mucho tiempo. Hace algunas fechas escribí que la salida del conflicto afectaría al futuro de la sanidad en toda España. Sigo pensando lo mismo.

Los médicos han mantenido una larga huelga de más de 100 días y, como en todos los conflictos de larga duración el paso del tiempo ha producido un desgaste personal y colectivo muy importante a los huelguistas, que les ha situado en una posición de debilidad negociadora que ha condicionado una salida de la huelga con algunas mejoras profesionales, y sin conseguir prácticamente ninguna de las reivindicaciones de mejora del propio sistema sanitario madrileño, salvo vagas promesas que está por ver si se van a cumplir después de las elecciones o sucederá lo mismo que con compromisos anteriores. En palabras del profesor Martín Zurro, referente de la medicina de familia en España, ha sido un esfuerzo titánico para un resultado pobre. El acuerdo es fundamentalmente de carácter retributivo, sin contemplar los incrementos de plantillas necesarios para solucionar los problemas de la Atención Primaria de salud y la accesibilidad de la población.

En Madrid sigue existiendo un millón de personas, entre ellos doscientos mil niños, sin médico ni pediatra asignado, hay un 20% de consultas de médicos de familia y un 30% de consultas de pediatría sin cubrir, muchos SUAP (Servicios de Urgencia de Atención Primaria) se mantienen abiertos atendidos exclusivamente por enfermería, sin médico, y la sobrecarga en los centros de salud se atenderá por médicos que decidan voluntariamente atender dicha sobrecarga, lo que significa acabar con la asignación de médico y con la longitudinalidad de la atención primaria, esencias de la Medicina Familiar y Comunitaria desde sus comienzos.

En la resolución del conflicto se han puesto de manifiesto algunas contradicciones del propio movimiento; en primer lugar, la traición del Colegio de Médicos de Madrid que no solo no les ha apoyado, sino que se ha posicionado políticamente al lado de la CAM, algo que, aunque previsible, no deja de ser llamativo por la forma descarada de hacerlo. Su presidente debería haber dejado de serlo al día siguiente de firmar su manifiesto. Un paso más en la deslegitimación de los colegios de médicos que no encuentran su lugar ni su misión en una sociedad donde los médicos han dejado de ser una profesión liberal para convertirse en asalariados. Si no fuera obligatoria la afiliación habrían desaparecido hace tiempo.

Otro factor que se ha vuelto en contra de los médicos en huelga ha sido aceptar el terreno de juego que ha marcado la CAM que tildó el conflicto de “huelga política” y, como consecuencia, haber tenido un exceso de celo en mostrar el carácter apolítico, la independencia y los límites de la huelga, evitando en todo momento una carta ganadora que hubiera sido hacer coincidir todos los conflictos sanitarios que tenían lugar (SUAP, Atención Primaria, Atención Especializada) en Madrid. Este purismo se ha vuelto en su contra. La globalización del conflicto hubiera obligado a la CAM a negociar desde el minuto uno y, cuando está en discusión un modelo sanitario es obvio que se está haciendo política, en el mejor sentido del término, defendiendo la sanidad pública, y la huelga no era partidista pero sí política.

Otro importante factor ha sido la ausencia de otras categorías profesionales con problemas similares en el conflicto. En ningún momento ha existido una implicación de enfermería que hubiera potenciado el conflicto y obligado a la CAM a negociar. Los sindicatos representantes de estas categorías ni se lo han planteado, haciendo llamamientos a buscar la solución en la mesa sectorial en vez de en el comité de huelga. Por eso ahora resultan especialmente llamativas y lamentables actitudes oportunistas de algunos sindicatos que critican como corporativistas los escasos logros conseguidos por los médicos. ¿Dónde han estado ellos durante todo este tiempo? Por habitual no es de extrañar que su penetración (afiliación o simpatías) entre los médicos sea irrisoria.

Por último, el movimiento ciudadano, cuya movilización en la calle apoyando a los médicos en defensa de la atención primaria ha sido fundamental durante todo en conflicto, con las manifestaciones más multitudinarias que se recuerdan en Madrid, queda parcialmente descolocado en su lucha por defender la sanidad pública y, posiblemente, en su confianza en los médicos como factor de cambio. Únicamente la participación futura de los médicos en apoyo a las movilizaciones ciudadanas que van a continuar en las próximas semanas, la primera este 26 de marzo, convocada por asociaciones de vecinos y entidades ciudadanas de Madrid, permitirá disipar la idea del aprovechamiento de las mareas blancas por parte de los médicos en conflicto para sus propios intereses. El sindicato Amyts ha confirmado su participación en esta y futuras movilizaciones, integrando una columna blanca. Los problemas de fondo de la atención primaria siguen ahí, afectando a la calidad y seguridad de la atención que recibe la ciudadanía, por lo que las movilizaciones ciudadanas van a continuar.

Es evidente que una tormenta perfecta como la que se podía haber producido en Madrid en defensa de la asistencia sanitaria pública, finalmente ha quedado reducida a un simple tornado, cuyas consecuencias están aún por ver. Ahora solo queda esperar cómo evolucionan los acontecimientos y si los ciudadanos son capaces de entender que en la defensa de su salud tiene más valor su voto que su médico, porque la asistencia sanitaria depende más de decisiones políticas que de decisiones clínicas. Esperemos que recuperen el viejo eslogan publicitario ligeramente modificado: “Vea, compare y si encuentra algo mejor vótelo”.

1 comentario en «Médicos, pacientes y conflictos sanitarios. A propósito de Madrid»

  1. Poderoso caballero es don dinero. Es una pena que lo que se ha trasladado a los ciudadanos es el interés económico personal del médico cuando las reivindicaciones eran otras. Triste realidad.
    Felicidades por su artículo.

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