[dropcap]E[/dropcap]n el recorrido turístico por las esculturas salmantinas faltaba un músico sobresaliente, amigo de fray Luis de León, el maestro Salinas. Este catedrático de música supo sacar al agustino una de sus rimas más conocidas, la “Oda a Salinas”:
“El aire se serena
y viste de hermosura y Luz no usada,
Salinas, cuando suena
la música extremada,
por vuestra sabia mano gobernada”…
Ciego, montado en un carro, hacía sonar en las procesiones el órgano realejo que se conserva en la Catedral Vieja que lleva su nombre.
Acompañaba al cabildo de la catedral en el recorrido por las calles de Salamanca. Se buscó un lugar de tránsito para ubicar la escultura, y se optó por la intercesión entre las dos Rúas, en el lugar que habían ocupado sucesivamente unos urinarios, una sala de exposiciones municipal y la sede de la Asociación de Sordos Salmantinos. Recuerdo la inauguración, una tibia noche de las ferias de 1993, con mucho público en los alrededores y al coro de Salinas actuando en la calle.
Su autor, el zamorano Hipólito Pérez Calvo, lo esculpió sentado, evidenciando su ceguera, con los tubos del órgano a su espalda, canalillos por donde brota el agua como si fueran las notas de su música.
Un pequeño estanque recibe el líquido elemento suavemente, como el oyente recibe la música de Salinas. La Salamanca de Salinas, Vivanco, Doyagüe, Bretón y Gombau, los grandes músicos de nuestra tierra, ha hecho justicia con tres de ellos, esperando que pronto Vivanco y Doyagüe tengan su merecido reconocimiento.
1 comentario en «La escultura a Salinas»
Gracias, me ha encantado esta explicación, desconocía algunos detalles.