Dos paisajes, un solo lugar

Entendemos, los ecologistas, que la valoración del paisaje tiene un componente subjetivo y cultural muy importante. Hasta los animales parecen disfrutar de ciertos paisajes maravillosos cuando observamos su comportamiento. Los animales humanos lo complicamos un poco más. Veamos.

Aquí tenemos dos fotos del mismo punto del rio Tormes en el Aldehuela. En la primera se ve la orilla de la Isla del Soto, donde el Ayuntamiento de Santa Marta de Tormes realiza todos los años desbroce, tala, podas y demás tratamientos. A mucha gente le gustará: es un paisaje más «sencillo», más comprensible, despejado. Se ve dónde está el río, dónde la tierra, con límites claros. Los árboles, separados unos de otros, se distinguen. El suelo, «limpio», con hierba o tierra, preferiblemente sin arbustos. Caminos bien delimitados, anchos, redundantes, con bordes precisos y luz eléctrica. Que no haya dudas de por dónde hay que caminar. Hasta espacios pelados de vegetación (seguramente tratados con herbicida), todo controlado.

La segunda foto pertenece a la margen derecha del río; por lo tanto, al Ayuntamiento de Salamanca. La vegetación es absolutamente exuberante, un auténtico lío donde no se distinguen árboles, arbustos ni se ve por dónde puede ir la orilla del río, un caos de selva impenetrable para los humanos. Pero un refugio seguro para muchos pájaros y otros muchos bichos. Seguramente nadie ha entrado ahí desde hace años. Un auténtico bosque de ribera regenerado en no muchos años gracias a estar en un ambiente húmedo. Ambas fotos están tomadas en invierno, cuando el contraste de las dos orillas es mayor.

Este es el paisaje que preferimos los ecologistas. Pero como se nos tacha de radicales (lo somos en cuanto que vamos a la raíz de los problemas ambientales), aclaramos que también es el preferido por naturalistas, conservacionistas y científicos que ven en estos espacios la posibilidad de conservar esa biodiversidad tan amenazada.

El declive de miles de especies es espantoso y no nos podemos permitir el lujo de sacrificar por capricho o por ignorancia ninguna más como lo estamos haciendo. El Libro rojo las especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza contiene una lista 138.000, de las cuales 38.000 están al borde de la extinción. Pero es que, además, el declive de la vida silvestre es generalizado. Las poblaciones de anfibios, pájaros, mamíferos e insectos, como las abejas, etc. cada vez son menores. Hace tan solo unas décadas, las bandadas de jilgueros, pardillos, verdecillos eran de lo más común en las márgenes del Tormes y del Zurguén. Hoy es raro el día que se ven.

La ciudadanía tiene que elegir entre ambos paisajes. Normalmente se oyen más las voces de aquellos que dicen que el río está sucio, que hay que “limpiarlo” (de vegetación). Y efectivamente sucio está, pero es de otra suciedad, la que tiran los humanos no la de la Naturaleza en su estado más o menos salvaje. Cambiemos el chip. Y obliguemos a nuestros ayuntamientos y demás instituciones a cambiarlo.

Por. Asociación Comité Antinuclear y Ecologista de Salamanca.