Charo Ruano es poeta, escritora y generosa, porque jugó durante la entrevista. La propuesta era hacerle preguntas con relación a títulos de algunos de sus 23 libros. No lo dudó. La charla tiene muchas de sus cualidades: divertida, inteligente y con mucha chispa.
23 libros llevan su firma, ingenio e inspiración. ¿Cuándo miras los primeros libros se reconoce?
Sí, me reconozco en todo lo que he escrito. Debo decir que si miro atrás, diría que lo podía haber hecho algo mejor, pero no me arrepiento.
Los cimientos están ahí. ¿Recurre a ellos?
En realidad, escribo porque leo. Lo que he hecho y hago es leer. Podría vivir sin escribir, pero sin leer, nunca. De ahí es de donde vengo y donde me alimento.
Sin leer se hubiera perdidos muchas vidas…
¡Claro! Sin leer me perdería toda mi vida. Nunca he sido más feliz que a través de un libro. Aquellos cafés con Italo Svevo, Stefan Zweig o James Joyce. He recorrido Irlanda de la mano de Joyce y tantos autores irlandeses. El Misisipi nunca será como en mis sueños leyendo a Tom Sawyer. Cuando hace muchísimo viento, me acuerdo de La hojarasca y de aquel viento que soplaba gracias a García Márquez. He vivido mucho más, porque he vivido todas las vidas de los personajes de los libros que he leído.
Juguemos con algunos títulos de sus poemarios para elaborar esta entrevista.
Nanas para un niño inesperado. ¿Aprendemos cuando aceptamos lo inesperado?
Nos cabreamos y aprendemos a la fuerza. No queda otra solución. Es un mundo en el que cada vez hay menos cosas inesperadas, como que está todo muy planificado. No estamos para grandes sustos. Hay cosas inesperadas que son fantásticas, como ese niño, que no se lo esperaba nadie y de repente lo cambia todo. Lo inesperado te cambia y te cuesta aceptarlo, pero luego, si lo aceptas, los cambios son para mejor. Es lo que decimos.
Los rostros de la huida. ¿Huir es de cobardes?
No. Depende de las situaciones y de la pelea. Los rostros de la huida lo escribí después de La Frontera, de 1993. Los rostros de la huida son eternos grabados a cincel sobre la tierra. Es de los libros de los que más satisfecha me siento. En este libro englobo a los inmigrantes que cruzan, a los que huyen de algo que les resulta imposible…
Son valientes…
Exactamente. No es una huida de cobardes. Aquí la huida está planteada como salvación. Aunque tampoco lo es. El otro día entrevistaban al autor griego Kallifatides decía que la inmigración era una forma de suicido.
Dejan atrás las raíces.
Juego con la huida como salvación, aunque a veces, no hay retorno.
Ha hablado de que escribió La Frontera hace 30 años y que sigue teniendo vigencia. ¿La temática de la poesía es eterna?
No sé qué crítico dijo que los poetas tenían la habilidad de ver lo que iba a pasar. No es que veamos lo que va a pasar, pero es que en el año 93, me fijaba, porque es lo que tiene que hacer un poeta o cualquier persona que se dedique a escribir, hay que tener los ojos abiertos y los oídos atentos. En el 93, veía a mujeres con sus hijos en las estaciones. Luego ha venido el boom, pero eso ya existía a principio de los noventa. No lo supimos ver. Hay veces que no vemos las cosas, hasta que no nos inundan. Pero, ya estaba ahí.
La casa. Para Charo Ruano, ¿Qué es estar en casa?
El libro. Mi sofá, mi libro y todo el tiempo del mundo para leer. Tener la agenda vacía y decirme: ‘En cinco días no tengo ninguna cita’. Levantarme, leer y luego obligarme a todo lo demás. Tener todo el tiempo para leer. Me críe en una familia numerosa, en un pueblo con lo que conlleva, pero tenía mi rincón. He perdido esa capacidad de concentración que se tiene de niño y adolescente de estar con el libro, que se puede caer el mundo y no te enteras.
Temblor. ¿Por qué o por quién tiembla?
El mundo actual me hace temblar. También el miedo a que las personas que quiero tengan dolor. El dolor físico me hace temblar, le tengo pavor. No me da miedo morirme, pero tener una enfermedad que duele o incapacite, eso me produce pavor. Además, tiemblo si le pasa algo a las personas que quiero. Eso no tiene remedio, por lo que seguiré temblando.
Pregúntale a Eva. ¿Fue Eva la primera mujer maltratada?
No lo sé. Fue la primera mujer a la que le hicieron mala prensa, porque era la que tentaba. Pero, por otra parte, si tentaba era porque era más lista. Ella veía cosas que Adán no veía. Ahí quedó claro que ella era la que llevaba la hoja de higuera. Ella dijo: ‘Vamos a coger la manzana que debe de estar buena’. Eso quiere decir que llevaba la iniciativa. En cualquier caso, cuando escribí el libro, me refería a cómo un hijo, que es lo que más quieres del mundo, pero al mismo tiempo eso que más quieres, a muchas mujeres les ha cortado las alas.Quería hablar de esa dualidad. Esto todavía ocurre y creo que a los hombres, esto no le pasa.
¿Sí?
Sí. Por ejemplo. Vargas Llosa tenía a Patria Llosa. Camilo José Cela, a su mujer, hasta que se divorció…. Como dijo Mercedes Barcha la mujer de García Márquez: ‘Tú escribe, que de lo demás me ocupo yo’.
Hay mujeres que viven en esa ambivalencia de quiero a morir a mis hijos y me están partiendo la vida, me está dejando sin mis sueños. A eso me refería yo en Pregúntale a Eva.
Hay mujeres que sufren mucho la maternidad.
Sí, hablo de ellas. Por ejemplo, Sylvia Plath, que se suicidó. También habla de Natalia Ginzburg que tuvo una vida espléndida. Creo que las mujeres son seres sorprendentes.
La pandilla de Hamelin. ¿Usted es de las que abandonan el barco o sigue la música que marca el flautista?
Me despistaría con la música (Risas) No saltaría del barco. Nuca se abandona un barco, ni una casa…
Se quedaría con la orquesta del Titanic.
Sí. Me quedaría escuchándolos embobada. ¿Para qué correr? (Risas)
Sobre el cansancio. ¿Qué le provoca a usted el hastío?
Es de los libros que más personas me han dicho: ‘Parece que estabas pensando en mí’. Hablaba de todos los cansancios: físicos, mentales, morales,… Me cansa mucho este país, el ambiente,…
Las dos Españas de Machado.
Sí, las dos Españas que han de helarte el corazón y lo hacen todos los días. Me produce un hastío horroroso que las personas no tengan claro que si no invertimos en Educación o Sanidad hasta el último céntimo, esto se va al carajo. No sirve que hagamos una Ley de Educación cada tres, cuatro o cinco años. ¡Qué no! Que hay que hacer un consenso, una buena ley para educar a las personas para que tengan un cierto nivel. Las personas con educación hacen la vida más fácil. Me produce hastío esta insolidaridad y esta cosa que siempre digo: ‘La culpa la tuvo el lema de L’Oreal: Porque yo lo valgo’.
(Risas)
Como lo valemos, nos lo merecemos todo y yo me lo merezco, pero el vecino, también. Esa falta de empatía con el otro me produce un cansancio, una hartura,.. Y si hablamos del abuso, la violencia. ¡Por favor! ¿Cómo es posible que estemos en esto? También ¿Qué estamos haciendo con los móviles, internet y los adolescentes, por no decir niños? Les estamos haciendo un daño terrible. Los niños no saben leer dos líneas, porque están acostumbrados a que las imágenes vayan a mil por hora. Esas cosas me producen mucho cansancio.
Decía Jesús Quintero: «Siempre ha habido analfabetos, pero la incultura y la ignorancia se habían vivido como una vergüenza, nunca como ahora, las personas habían presumido de no haberse leído un puto libro en su jodida vida, de no importarle nada lo que pueda oler levemente a cultura,…»
Efectivamente. El otro día me dijeron: ‘A mí, es que los museos me aburren’ ¿Has ido alguna vez a un museo? ¿Cómo te van a aburrir los museos? No te gustarán las tres cuartas partes de las obras que se exponen, pero hay una que te sobrecoge, te deja pasmaó. Es eso de si me gusta el reguetón, solo escucho reguetón una y otra vez. Los jóvenes, todos lo hemos sido, hemos metido la pata, hemos tenido el pavo, están tan protegidos… Nosotros queríamos comernos el mundo. Ahora parece que solo lo quieren recorrer con una mochila de cabo a rabo, pero no comérselo.
Lo fotografían.
Sí. Vas a un concierto y los ves a todos con la pantalla, en vez de disfrutar del que está en el escenario. Como si no supieran ver sin tener un móvil delante de los ojos.
Hicimos de la noche un largo poema. ¿Qué tiene la oscuridad para los poetas?
Cuando empezamos a escribir, y durante una larga temporada, somos noctámbulos. Luego te das cuenta que las madrugadas son muy bonitas. Levantarte a las cinco o las seis de la madrugada y estrenar el mundo es algo maravilloso. Eso se pasa con la edad.
Como la juventud…
(Risas) Se cura sola. Pero sí, la noche tiene una cosa fascinante. La noche tiene algo de magia, pero si sales al balcón a las cinco de la mañana… ¡Eso sí que es mágico! No hay nadie, excepto los jueves y viernes que están de recogida.
Por último. ¿Cómo es encontrar la palabra precisa con la sonoridad adecuada?
Umbral dijo que la inspiración duraba folio y medio y lo demás es trabajo. Lo peor es que ese folio y medio se nota. Se nota el poema que está recorrido por un rayo de inspiración y luego viene el que te pille con el papel y el lápiz. Cuando encuentras la palabra precisa… Eso es….
Como un orgasmo.
Lo más parecido. (Risas)