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“Salamanca influye mucho en mi obra”

Tomás Hijo es uno de los artistas salmantinos más internacionales del momento, entre sus clientes: Guillermo del Toro
David Arranz/ICAL. Tomás Hijo, con sus cartas del Tarot.

Sentido del humor y risas están presentes durante toda la conversación con Tomás Hijo, uno de los artistas más internacionales que tenemos en Salamanca. Quizá por eso la charla sea tan serie. Hablamos incluso de Hacienda.

Buscando información para la entrevista, leemos que su curriculum es como una escombrera…
Risas.

¿Qué ‘tesoros’ hay en esa escombrera?
Muchísimos. Cuando haces un montón de cosas diferentes en distintos campos, llegas a la conclusión de que todo es lo mismo. Hay muchas materias comunes que puedes utilizar. Para dibujar es conveniente haber visto muchas películas; para escribir es necesario tener una cierta dosis de observación que te da el dibujo,… Todo lo que he hecho está interconectado, porque son disciplinas creativas. Todo contribuye a todo y te ofrece un punto de vista personal, una voz única que es lo que tiene que perseguir cualquier persona que se dedique al arte.

Por el contrario. ¿Cuánto material de derribo hay en esa escombrera?
Muchísimo. (Risas) Hay mucho material por el que has ido pasando y, en estos pasos de una cosa a otra, quedan sin explotar. Hay veces que dices: ‘Si le hubiera dedicado un par de meses a promocionarlo…’ hubiera llegado a conclusiones más interesantes, pero se quedaron ahí, a medio camino. La escombrera es bastante grande.

¿Podrá revolverla?
Sí. Quizá el material en sí no lo aprovechas, pero el poso te va quedando y, en un momento dado, tocas un tema y ves que ya tenías algo avanzado y lo retomas desde ahí. Hay cosas que vuelven de vez en cuando.

Tomás Hijo, uno de los artistas salmantinos más internacionales.

Sus rostros dan un poco de miedo. ¿Qué atracción tiene la fealdad?
Para mí, la fealdad es un territorio de exploración maravilloso. Igual que la belleza es casi unívoca, la fealdad tiene muchas variantes que a mí me resulta siempre muy atractivo.

Como lo hipnótico del diamante.
Sí. Se puede ver así. Me gusta mucho porque plásticamente te da libertad. Puedes dibujar a un hombre o una mujer guapa de unas cuantas maneras diferentes, pero puedes hacer infinitos monstruos. (Risas)

Ha encontrado ese nicho de creatividad.
Creo que sí. Además, desde pequeño me ha interesado mucho. Me gusta mucho la literatura fantástica, la fantasía, las leyendas, el folclore,… Tengo una serie de personajes que son grotescos, fuera del canon y, que por algún motivo, siempre me han llamado la atención. Hay una atracción muy grande hacia este tipo de criaturas. Sí que es verdad que hay personas que me dicen que le han dado miedo, pero también hay otros que comentan que le hacen gracia. Lo que intento es combinar la parte terrorífica y monstruosa con un cierto humor, grotesco, simpático…

Una de las obras de Tomás Hijo.

La obra es del que la ve.
Efectivamente. Hay personas que te dicen me gusta o no, pero hay otras, que a través de las redes sociales, donde las comparto, me dan claves que son muy interesantes. Incluso puntos de vistas que son ciertas y que me habían pasado desapercibidas. Las interpretaciones juegan un papel muy interesantes. Cuando las personas me dan ese tipo de respuestas sobre lo que hago, tomo nota, porque me parece que son vías de exploración y material a tener en cuenta.

¿Tiene autocensura en las redes sociales?
Para mí las redes han sido importantísimas. Las he ido cogiendo, no como un surfista coge las olas, más bien según iban creciendo.

¿A qué se refiere?
Cuando surgieron los primeros blogs, me hice uno; lo mismo con Facebook, Instagram… Me he ido haciendo con el dominio de las redes a medida que iban creciendo ellas y yo. Para mí, han sido muy importantes, porque lo que hago va dirigido a unas comunidades muy específicas, con las que desde Salamanca no puedo tener contacto y a través de las redes ha conseguido llegar a ellas y ellas a mí. El intercambio es muy fructífero. Exagerando un poco, podría decir que las personas que me siguen en las redes, me han ido dando las claves para hacer lo que he terminado haciendo.

¿Sí?
Sí, por lo que me han ido demandando y pidiendo que tocara uno u otro tema. Ha habido muchas ideas, intercambio y me han permitido entrar en contacto con muchas personas que no pertenecen a mi universo físico. Los grandes encuentros que he tenido con personas que me interesan y con las que he trabajado, han sido a través de las redes sociales.

¿No ha recibido ataques?
He de reconocer que no he tenido muchos ataques o críticas desaforadas con mala idea. No suelo publicar ninguna cuestión polémica. Muestro mi trabajo, he contado alguna anécdota, pero hay muy poca exposición personal. Las antipatías que se generan son más hacia las personas que hacia las obras. Es cierto que cuando toqué el tema de El Señor de los anillos, donde hay muchos seguidores, cualquier detalle les pudo ofender porque no está representado con la fidelidad que les gustaría.

¿Qué hizo en esos casos?
He dado siempre las gracias por ese conocimiento añadido y les he dicho que lo tendré en cuenta para la próxima vez. Esas mismas personas, te dicen que está muy bien y que les gusta lo que haces. Mi personalidad no es dada a la polémica, por lo que me ha ayudado a que no surja tampoco en las redes sociales. No hay autocensura, ni ataque.

Una de las obras de Tomás Hijo.

Se cumplen 95 años de la publicación de La llamada de Cthulhu, de H. P. Lovecraft, de donde bebe su proyecto de Necronomicoins ¿Quiere convertirse en banquero de criptomonedas?
(Risas) Es un chiste. Hay un libro mítico en la literatura de Lovecraft que se llama Necronomicon. De ahí, surgió la idea de hacer las monedas. Se le ocurrió a uno de mis socios hacer unas monedas basadas en ese universo. Tengo buena mano para este tipo de ‘tonterías’. Lo llamamos necronomicoins, como parodia a las criptomonedas. De hecho, digo que son las auténticas, porque son monedas ocultas, manejadas por sociedades secretas. Hay una ficción sobre esto que para la campaña de crowdfunding le va bien eso. Me gustaría ser rico en estas criptomonedas, más que de las otras.

Sin ofender a Hacienda.
Hacienda seguro que pillaría de ahí.

(Carcajada)

Retomo. Sin ofender a Hacienda.
Soy fiel seguidor y escrupuloso cumplidor con Hacienda.

¿Puede vivir de su arte? (Entre sus clientes está Guillermo del Toro)
Sí. Hasta hace un año era profesor en Bellas Artes. Hubo un momento en el que no podía compaginarlo y me quedé con lo que realmente me interesa. Afortunadamente, me va bien, puedo decir que trabajo de manera constante. Guillermo del Toro es una representación de las personas que están interesadas por el tema, siguen el trabajo que hago y cuentan con conmigo para proyectos. La verdad es que me considero muy afortunado y contento en este sentido.

Una de las obras de Tomás Hijo.

Pasera por Salamanca y visitar los edificios históricos es encontrarse con seres del ultramundo. ¿Mira mucho para arriba?
Muchísimo. En el Plateresco existe esa congregación abigarrada de criaturas fantásticas, mucha decoración,… Estoy seguro de que me han influido sin darme cuenta. Siempre que me han preguntado por esto, hasta hace poco, citaba cosas, pero nunca había reparado. Me interesa y me cautiva tanto. Soy un enamorado de Salamanca. Una de mis últimas compras ha sido un teleobjetivo para tomar fotos de todos los detalles de las fachadas. Hay tanto que no se ve a simple vista y me interesaba mucho tener acceso a ellas. Ahora, voy con mi cámara enorme y busco hasta el último dragoncito, unicornio que hay en San Esteban o la Catedral.

Es un paparazzi del Plateresco.
Arqueopaparazzi.
(Carcajada)
Siempre me apetece hacer cosas sobre Salamanca. Las oportunidades que pueda tener no siempre son favorables, pero lo cierto es que soy un enamorado de Salamanca y creo que me ha influido mucho el arte y el espíritu de la ciudad para lo que hago.

 

 

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