Algunas zonas de los corredores verdes promovidos por el Ayuntamiento, y aplaudidos por el alcalde de Salamanca, que afirma que se trata de un “proyecto histórico”, parecen un auténtico mar de plástico.
Una de las grandes islas de este mar de plástico se encuentra cerca de la A-62. Los paseantes pueden ver ahí decenas de pequeños árboles, chopos y fresnos en su mayoría, encapsulados en plásticos verdes para protegerlos al ser plantas pequeñas.
También han instalado riego en la zona. “Se supone que hay sequía, porque ha llovido poco, y plantan chopos y fresnos, árboles que necesitan agua”, explican las fuentes consultadas por este periódico.
A finales de marzo, el Ayuntamiento capitalino culminó la integración del río Tormes en la ciudad con la transformación de la ribera desde Salas Bajas hasta El Marín en un gran corredor verde. Verde sí que es, porque, de momento, todos los envases que cubren las jóvenes plantas son de ese color.
La inversión de este “proyecto histórico”, -dixit Carbayo-, es de 1,8 millones de euros, una iniciativa enmarcada en la Estrategia de Desarrollo Urbano Sostenible e Integrado (Edusi) TORMES+, que en total cuenta con un presupuesto en torno a 22 millones de euros, con financiación al 50% de fondos FEDER gracias a las políticas de cohesión de la Unión Europea.
Esta faraónica obra, que cuenta con un vasto presupuesto, fue calificada por la asociación Comité Antinuclear y Ecologista de Salamanca como un “tremendo despropósito”, por la destrucción de los suelos, praderas y arbustos naturales para “naturalizar las márgenes del Tormes y construir nuevos espacios de ocio.
«Pocos espacios para el ocio pueden ser más auténticos y gozosos que los ofrecidos por la misma naturaleza. No es necesario enmendarla ni destruirla. Nos parece un disparate lo que ocurre en el Tormes», señalaban desde la asociación.
Para gozar de la belleza de lo natural los ciudadanos se desplazan a cientos y hasta a miles de kilómetros. Y esto sucede porque muchas veces los parques, los ríos o los montes próximos a las ciudades están excesivamente domesticados e intervenidos. En el caso de Salamanca, ambas riberas se tenían que haber tratado de forma mucho más respetuosa, según los ecologistas. «El paisaje resultante sería más complejo, más difícil, pero absolutamente necesario a estas alturas en las que nos estamos cargando el planeta», puntualizan desde la asociación.
El Ayuntamiento de Salamanca asegura que con esta reestructuración ha integrado el río Tormes para ser un espacio disfrutable por salmantinos y turistas a través de 13 kilómetros de riberas desde La Salud hasta Santa Marta, que cohesiona barrios y proporciona desarrollo para sus habitantes, con múltiples beneficios medioambientales, económicos y socioculturales que contribuyen a una Salamanca aún más saludable y con una mayor calidad de vida.
A lo largo de 28 hectáreas en ambas riberas del río Tormes se han creado zonas de corredor ambiental y ocho kilómetros de paseos peatonales de ribera compatibles con usos deportivos blandos, se incrementa el arbolado con la plantación de 10.000 unidades de diversas especies que potenciarán la biodiversidad autóctona y se aumenta la vegetación de ribera en más de 52.000 metros cuadrados.
Lo que no cuenta el Ayuntamiento es que en unas diez hectáreas en la margen izquierda, sólo se respeta la franja de vegetación más próxima al río, y otras 23 hectáreas en la margen derecha han sido radicalmente transformadas para crear «una calle más» según el alcalde Carbayo. «Los suelos y la vegetación que había, en algunos casos con una rica biodiversidad, han sido eliminados para echar encima rocas y tierra para así amoldar el terreno a las necesidades de un parque ‘urbano’. Y arremeter, también, contra la función de las riberas de zona inundable», puntualizan desde la asociación.
Esos casi dos millones de euros gastados por el Ayuntamiento han servido, entre otras cosas, para mover miles de metros cúbicos de tierra, la maquinaria pesada en continuo trasiego compacta y destruye los pocos metros de suelo que se podrían salvar. Esa maquinaria emite importantes cantidades de gases de efecto invernadero, contribuyendo aún más al calentamiento global. «Y el único problema que tenía y sigue teniendo esta zona es el ruido procedente de la autovía A-62, pero no se corrige con una adecuada pantalla acústica», matizan desde la asociación.
Los suelos, esa maravillosa maraña de vida increíblemente compleja, tardan muchos años en formarse, por eso lo más importante es conservarlos en casos como este de las riberas. «Si el alcalde quería construir unos caminos se debería de haber actuado exclusivamente sobre el espacio que debían ocupar y no sobre todo el territorio. Caminos que, además, ya existían y que con unas pequeñas mejoras podrían haber quedado perfectamente accesibles. El problema está en que para el alcalde su objetivo no es ambiental, sino económico. Y esa es la razón por la que vamos a tener unos corredores verdes como una calle más de Salamanca», concluyen.
1 comentario en «Un mar de plástico en los corredores verdes de Salamanca»
Efectivamente: se destruyó lo que había y no volveremos a verlo. Sólo quizás dentro de 20 a 30 años podría recuperarse… si se dejase solo, a su aire y con leves cuidados, sin ningún nuevo plan, ni de este ayuntamiento ni ningún otro.
[Por cierto: el Ayuntamiento ha hecho un buzoneo propagandístico y brutal, con un folleto a todo color contando sus logros en esta zona. Y antes de las municipales: dinero de todos para el PP.