Conversador de, conocedor de, cómplice de… Salamanca. Durante la charla con Santiago Juanes, periodista de radio y cronista de la vida charra a través de la radio, sus artículos y libros, sonó en el Novelty -lugar que eligió él- música de jazz. “Me encanta el jazz”, dijo. A lo largo de la conversación hablará de música, de tradiciones y de sus propuestas para una Salamanca con futuro.
Por curiosidad. ¿Cómo era vivir en una Salamanca que tenía más de 180.000 habitantes -ahora tiene 143.000?
Nací en el año 60, en una calle del barrio de Prosperidad. Era como vivir en un pueblo de los de casa baja y encalada. Mi abuelo vivía al lado y tenía una vaca, cerdo, conejos y gallinas. En frente, el señor Paniagua hacía pan y tenía dos perros. Después, viví en el barrio de Salas Pombo, en la calle Arapiles, cuando existía El Calvario. Vivía entre las últimas casas de la ciudad y el campo. ¡Fantástico! A continuación, en Garrido, que era el barrio más populoso de la ciudad. No tenía la variedad étnica que tiene ahora.
¿Lo reconoce?
Los que vivíamos en Prosperidad éramos personas llegadas de pueblos cercanos a Salamanca, al igual que ocurría en Salas Pombo o Garrido. Hoy hemos cambiado ese paisanaje más de la provincia, por otro más internacional que vienen del sur buscando otras oportunidades. Eso ya te está dando un poco la medida de cómo va a cambiar Salamanca.
¿A qué se refiere?
Nuestros hijos son los que están abandonando Salamanca.
Lo mismo que mi generación dejó el pueblo, porque nuestros padres querían que estudiáramos una carrera o tuviéramos, lo que ellos entendían, que era un mejor futuro.
Si mis hijos hubieran estudiado asuntos relacionadas con la agricultura, ganadería,… seguramente se hubieran quedado en Salamanca. Pero, hicieron carreras universitarias y Salamanca no puede absorber todos los titulados y formados que fabricamos aquí y se tienen que ir lamentablemente fuera y viven en otras ciudades. Ese mismo camino lo están tomando muchos. Es increíble la cantidad de salmantinos que conocen mis hijos en Madrid.
¿Esto va a cambiar?
No lo creo. Es más, va a empeorar.
¿Por qué?
Porque mis hijos formarán familia en Madrid y mis nietos vendrán a Salamanca o no. No creo que Salamanca crezca. Si alguien tiene alaguna fórmula que la ponga ya en antena y lo haga lo más rápido posible, porque el asunto es bastante grave.
Eso en la capital. El problema de la provincia es aún más gordo.
Me encanta la provincia de Salamanca, recorrerla. Encendí las alarmas cuando vi que desaparecían las tiendas de los pueblos. Luego cuando desaparecieron los bares… Hoy hay muchos pueblos en la provincia que no tienen servicios propios. No hay cura, ni Guardia Civil, ni maestro, ni médico….
Seamos optimistas.
No, no lo soy. Soy muy pesimista en esto. Dudo mucho que la provincia se vaya a repoblar. No va a ocurrir de ninguna manera. No van a venir personas de las grandes capitales a asentarse en los pueblos de Salamanca, les pongamos o no internet.
¿No?
Internet lo que va a conseguir es retener algún tiempo más a las personas. Hacer que vengan un poco más en verano. Soy muy pesimista y no veo que esto mejore.
Deberíamos apostar por una Salamanca cultural.
(Silencio) Creo que hay que apostar por grandes fenómenos culturales.
¿A qué se refiere?
Me pareció maravilloso, y no conozco a nadie que lo haya criticado, la iniciativa del Festival Luz y Vanguardias.¿Por qué eso no tuvo continuidad? Cuando eso nos había colocado en el mapa de las nuevas tecnologías culturales.
Quizá la pandemia, las pocas ganas de… pero, era impresionante.
Sí. Impresionante y gustaba.
Santiago, hablemos de lo que tenemos.
Tenemos un Centro de Arte Contemporáneo que creo que no ponemos en valor. Tiene unos fondos fantásticos. Es un imán para atraer nuevos fondos. Hay un museo de historia de la automoción. No es un museo del automóvil. Es de la historia.
¿Se está promocionando así?
Contesto con otra pregunta: ¿Cuántas facultades de ingeniería o escuelas han venido a verlo de toda España? Creo que lo que nos falta es eso. Don Demetrio siempre tuvo claro que no quería que fuera un almacén. Lo que quería es que las personas que fueran, vieran cómo había evolucionado el mundo del automóvil. Era una idea fantástica.
¿Era esa idea?
Es mejorable.
Ha hablado de dos museos. ¿Salamanca podría convertirse en la Málaga del centro -excluyendo Madrid-?
Málaga apostó por el museo Picasso, también por iniciativas arquitectónicas curiosas. Todo bien. Ha tenido la inmensa fortuna de encontrase con Antonio Banderas y Tita Cervera. A partir de aquí, se dan una serie de circunstancias que hacen que si te dedicas a las nuevas tecnologías y te venden un lugar donde tienes un sol todo el año, el mar,… ¿Dónde hay que firmar para que yo vaya? Empresarios y trabajadores están dispuestos a irse a Málaga, porque van a encontrar todo esto.
¿Qué es lo que no encuentran en Málaga?
Dos cosas: Pisos asequibles y los malagueños se encuentran como desplazados. Imagínate que a Salamanca vienen todos los días dos cruceros con 4.000 personas. A los empresarios de hostelería le viene de maravilla, otra cosa seré lo bien o no que le viene a los lugareños.
Se tendrá que ir adaptando la ciudad y sus vecinos.
Podría morir de éxito. Al final puedes estar renegando de tu propia ciudad.
Hemos hablado de Antonio Banderas. ¿Cree que le pusieron alguna traba para emprender en su ciudad? Quizá aquí sí se las ponemos.
¿Dime qué Antonios Banderas tenemos aquí?
Empresarios.
¿Cuáles?
Isidoro Alanís, de Global Exchange, la familia Hidalgo.
El mérito es que la familia Alanís siga teniendo su sede de Global Exchage aquí, en Salamanca -Carbajosa de la Sagradad-. Es una gran empresa que está asentada en casi todos los aeropuertos del mundo. Eso es extraordinario.
La familia Hidalgo se fue con su sede a Palma de Mallorca.
Eso tuvo otras derivadas.
¿Cuáles?
Hidalgo es un fantástico empresario, muy listo. En un momento determinado, apretó el puño. Quiere conseguir todo aquello que él desea. Quería un gran casino en Salamanca y alguien le dijo que no. Hubo un serio problema. A partir de aquí se torció. ¿En qué momento se jodió la historia, que dicen los argentinos?
¿Cuál cree que es el principal problema que tiene Salamanca?
La falta de un suelo empresarial de Salamanca capital, porque en el área metropolitana hay mucho. Ahora bien, pregunto: ¿Están dispuestos los alcaldes del alfoz a cambiar suelo residencial por industrial sabiendo la diferencia de precio de uno y otro?
¿Por qué no? Las industrias pagan IBI y dan trabajo.
No lo sé. Hay mucha competencia y espacio. Tengo esperanza sobre algunas cosas que se van a hacer. No obstante, siempre pensamos en cosas pequeñitas.
¿Por ejemplo?
Se piensa en una incubadora de empresas. ¡No! Pensemos a lo grande. Vamos a hacer un gran edificio para que se instalen aquí numerosas empresas. Así se pensó el Parque Científico de la Universidad, con numerosos edificios, pero llegó Mariano Rodríguez… Podemos seguir haciendo. Salamanca tiene algo único.
¿Qué es?
Es una fábrica de talentos.
Y los dejamos ir.
La Universidad de Salamanca tiene que creérselo y crear una cultura de la selección.
¿Por dónde empezaría?
Cargándome la endogamia. Traer a los mejores formadores que haya por el mundo, porque si vienen estos formadores, aunque sea un mes al año, van a venir los principales talentos. Todo el mundo que tiene delante un premio Nobel quiere escuchar. Una vez que tienes todo esto, hay que dar las facilidades para que ese talento se quede en Salamanca o que se vaya y vuelva. La Universidad de Salamanca tiene que empezar a importar talentos, para las aulas, para los profesores,… Por ejemplo: Empezar por que vengan un mes a impartir unas clases. Publicitar esto. Si es una persona con talento de verdad, van a venir personas a escucharlo y aprender.
Cambiemos de tercio. Media vida en la radio…
Más de media vida. Voy a cumplir 63 años y entré en la radio con 19.
¿Cómo hemos cambiado los escuchantes?
Soy un gran consumidor de radio, por lo que me considero escuchante. Puedo decir, que hemos cambiado mucho.
¿En qué sentido?
Los podcasts. Hoy por hoy podemos escuchar la radio, no solamente cuándo y desde dónde queramos, además tener el contenido que queramos. Eso es una revolución extraordinaria. Hace poco se decía que la gran revolución de la radio es que se puede ver a los locutores. ¡Qué cosa más fea! La revolución es que te puedas meter en la cama a medianoche y puedas escuchar un podcasts de humor, de deporte, de economía,… o un programa que se emitió a las 17.00 horas.
¿Ha cambiado a los profesionales de la radio?
Estábamos acostumbrados a una radio generalista. Por ejemplo: si presentabas música, era toda la música. Ahora, si haces un podcast, tienes que perfilar o estrechar mucho el campo. También puede ser de temática de economía o de historias de Salamanca.
¿A qué les obliga?
A hacer un guion especial y a documentarte de una manera especial y más exhaustiva. Eso cuesta mucho. Cuando hacemos un podcast que está bien documentado, editado, locutado,.. te dan las gracias. El problema de los podcasts es mantener la atención del oyente más allá de los dos primeros minutos.
¿Cuánto cuenta el tono en la radio?
¿Y el silencio? Se ha discutido mucho en la radio sobre la presencia del sonido. ¿Qué implica el silencio? En géneros como la radio novela o el teatro en el aire los silencios forman parte de todo. También hacen un ejercicio de imaginación en el oyente.
Háblenos del gran maestro de los silencios.
El gran Jesús Quintero, El loco de la colina. Si tú estás entrevistando a una persona y se toma su tiempo antes de contestarte, algo está pasando por la cabeza del oyente: ‘¿Por qué este hombre/mujer se demora? ¿Esta persona lo está pensando, no quiere contestar? ¿Qué está pasando aquí?’ A veces los silencios son puntos suspensivos o son afirmaciones o negaciones. La interpretación del silencio queda al albur del oyente y su imaginación es desbordante.
Eso forma parte de la magia de la radio.
Como el tono que va con la radio, con el mensaje, con el estilo… va con todo. Es muy importante. Los veteranos de la radio, que conocí cuando llegué, no entendían que nosotros, cuando presentábamos la música, habláramos dos tonos por encima de lo normal. Les extrañaba. Ellos tenían esa locución perfecta, maravillosa y envidiable que se ha perdido en la radio. Nos miraban y pensaban: ‘¡Están locos!’ Ya ves. Ahora se ha impuesto en la radio musical, salvo raras excepciones. Hay muy pocos locutores que hablan por la radio como lo hacen en la vida cotidiana.
¿Qué tiene la radio para ser tan mágica? (al margen de las personitas que viven dentro)
Todas las noches cuando la enciendo, me encuentro con hombrecillos que están hablando de sus cosas y compartes con ellos ese tiempo. Algo maravilloso de la radio es que puedes estar compartiendo opiniones, descubrimientos, historias, relatos, noticias,… Estás tan metido en la radio que cuando dejas de estar atento te duermes.
¿Le contesta?
Discutir con la radio es una de mis grandes aficiones. (Risas) ¡Es maravilloso! Entiendo que una persona que no esté vinculada a la radio, lo haga, pero yo trabajo en ella. (Risas) Soy un escuchante activo.
¿Llamaría a la radio?
No, jamás. Solo por motivos profesionales. Pero, me quedo con ganas todos los días de llamar dos o tres veces. No para corregir, es para que se escuche mi opinión.
¿Solo discute con la radio?
No, también con el navegador del móvil. ¿Quién no discute? Eso nos convierte en personas muy sanas.
¿Sí?
Sí. Somos personas que no estamos metidas en nosotros mismos. Somos capaces de expresar y comunicarnos. Esto es muy bueno para valorar la salud mental de una persona. Es decir, el tener capacidad de reaccionar y decir: ‘No estoy de acuerdo’; ‘Esto no es así’ o ‘¡Bien dicho!’. A mí me parece fantástico.
Eso es la radio. ¿Se imaginaba con 19 años que iba a estar tan unido a ella?
No. Entré en la radio por casualidad. Me gustaba la música. Un buen día dijimos: ‘Podíamos ir a Radio Salamanca para ver si nos dejan hacer un programa’.
¿Quiénes estaban embarcados en la aventura?
Carlos Zapatero, Jesús García y yo. Allí nos plantamos. (Risas) Le explicamos a aquellos señores de finales de los setenta, muy serios, grandísimos profesionales y fantásticos -Conchita San Román, Fidalgo, Marí Tere-, que queríamos hacer un programa de música. Algo se torció.
¿En serio?
Sí, porque nos dijeron: ‘Vale’. (Risas)
¿Qué tal fue?
Nos corregían las primeras pruebas, nos enseñaban,… les parecía muy rara la música que poníamos. Pero, aquello salió adelante. Allí estaba Jesús -Chuchi- García que tenía una voz extraordinaria, prodigiosa e inmediatamente pasó al rango de locutor.
Y Santiago Juanes…
De ordenanza. (Carcajada)
¿Para ordenar los discos?
Exacto y también para hacer recados. (Risas) Ese fue mi primer trabajo en la radio. Eso sí, me permitió acceder a un mundo maravilloso de música. Todos los días llegaban discos a la emisora y los escuchaba. También tenía ocasión de oír lo que estaba archivado. Disfrutaba de la música una barbaridad y encima tenía de cómplice a Chuchi. Estupendo.
¿Cómo pasa a ponerse delante del micrófono?
En un momento determinado, montaron la FM -Frecuencia Modulada- e iba a ser totalmente musical. Aquello fue un día glorioso. Empecé a hacer radio musical de manera diaria. Echaba una mano a todo el mundo. Todo es nuevo y crees que puedes hacer de todo, porque tienes muchas ganas de aprender y tenía a las mejores personas para ello.
Creo que esas ganas de aprender no se le han quitado.
No. Pero, no tantas como entonces. (Risas) Son diferentes. Hoy me interesa aprender de otras cosas.
Voy a ser curiosa. ¿Cómo cuáles?
Sigo pendiente de las novedades de la radio, sí. También, aunque menos, de las tecnológicas. Lo que más me gusta es profundizar en la historia de Salamanca. Me gusta escribir y divertirme.
Explíquese.
Aquí, en la Plaza Mayor tenemos los medallones reales. Un día me senté y dije, voy a relacionar a todos estos. Solo tuve que coger el móvil. Alfonso XI, el único rey salmantino. ¡Qué curioso! Pedro, éste es familia. El siguiente, Enrique, también es familia, al igual que el siguiente. Y uno mató al otro. ¿Cómo? Y ahí están juntos. Vas relacionando todo. No solo los personajes, también puedes relacionar los edificios,… Eso me divierte mucho, buscar esas relaciones. Esto lo cuento en la radio. Unas veces me inspiro en las efemérides, otras en la actualidad o las noticias. Son solo cinco minutos.