Bajar a la cabina

El barrio del Oeste oficia un funeral a las 13.00 horas en honor a la cabina 'fallecida' a los 62 años
La cabina de la plaza del Oeste.
La cabina de la plaza del Oeste.

Había dos estructuras metálicas en las calles de la ciudad que están desapareciendo: los quioscos y las cabinas. De los primeros queda alguno en determinadas zonas, pero se asistirá, más temprano que tarde, a su defunción. Las cabinas hace tiempo que pasaron a mejor vida, aunque aún quedaba su esqueleto en la calle Toro o en la plaza del Oeste.

El velatorio por la cabina de la plaza del Oeste se inició el sábado colocándole una corona de claveles y este domingo se procederá a su desmantelamiento y con él, su fin.

La cabina de la plaza del Oeste.
La cabina de la plaza del Oeste.

Todos los que pasan de los cuarenta, o los bordean, han visto las cabinas funcionando a pleno rendimiento. Eso significa que han hecho cola, guardando la vez para poder llamar. Además de rebuscar en los bolsillos, carteras, cajas y bolsos dinero suelto para poder bajar a hablar por teléfono.

Sin olvidar, que las colas más largas se formaban a partir de las 22.00 horas, cuando la tarifa del teléfono era más barata y se podía hablar más tiempo por menos dinero. Prohibitivo era la mañana y la primera hora de la tarde. Se vivió un respiro cuando a partir de las 20.00 horas pusieron un precio por minuto más asequible.

Los domingos la tarifa era como la nocturna y las largas colas se formaban al mediodía. En su mayoría, los usuarios eran estudiantes, universitarios y colegiales, porque en los años ochenta y noventa había muchos niños y niñas internos en los colegios de la capital llegados desde los pueblos. Sin olvidar, que por esos años, también había muchos domicilios que no tenían teléfono en casa. Ahora, es impensable, en una casa hay uno por persona o más de uno.

La cabina de la plaza del Oeste.
La cabina de la plaza del Oeste.

Las cabinas servían también para dejar mensajes, tanto tatuados en el aluminio, como pegados con celofán. Otra actividad que se hacía mucho en la cabina, lo mismo que ahora cuando se habla por el móvil que las personas caminan por la habitación, era rallar la superficie del aluminio con las monedas que se llevaban en el bolsillo. Estaban llenitas de líneas superpuestas entre sí.

Y el temido: “Si quieres seguir hablando, tiene que introducir más monedas”. Pero para pavor, el que entraba si la puerta se atascaba un poco, porque no todas las cabinas eran dobles, como la que hoy se desmonta en la plaza del Oeste, también las había con puerta, más al estilo inglés, aunque las de aquí no eran rojas, tenían el color del aluminio. Cuando una de esas puertas no se abría, quién más o quién menos, se sintió cual José Luis López Vázquez encerrado en la cabina, película magistral del mismo título que firmaba en la dirección Antonio Mercero y estaba basada en el guion de José Luis Garci y el propio Mercero.

Las cabinas guardan llantos de escolares separados muy pronto de sus padres, risas de enamorados a distancias, conversaciones insustanciales –que también las había y se pagaban a buen precio- despedidas, búsquedas de trabajo, saludos,… Había de todo, como ahora, con una diferencia, era necesario bajar a la cabina para hablar por teléfono.

 

1 comentario en «Bajar a la cabina»

  1. BONITOS RECUERDOS (1989) EN EL VIDEO LO QUE SE VE NO ES UNA CABINA TELEFINICA SE DENOMINABAN «SOPORTES tELEFONICOS» LOS PRMEROS SE INSTALARON EN MURCIA,Y CASUAMENTE SE FABRICARON EN SALAMANCA.CREO QUE FUE CERRAGERIAS MINGO,LA CATAFORESIS SE REALIZABA EN UNA EMPRESA DE BURGOS Y LA PINTURA EN «PO» EN AVEIRO (PORTUGAL).EL PRIMER SOPORTE TELEFONICO SE INSTALO EN LA GRAN VIA DE MURCIA:ESTA FUE UNA SUBCONTRATA DE TELEFONICA QUE SE LA ADJUDICARON A MUEBLES RONCERO.!!QUE TIEMPOS AQUELLOS!!!! FDO. UN SALAMNTINO DESDE TOLEDO

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