[dropcap]P[/dropcap]ara terminar este apartado dedicado a las esculturas que poblaron Salamanca durante mis tres mandatos como alcalde, me gustaría recordar aquellas que se colocaron en los barrios y que tenían por misión dignificar las zonas periféricas, evitando concentrar el arte escultórico en el centro de la ciudad.
Las primeras esculturas que conocieron los barrios trastormesinos fueron la de “Viento del Sur” en Chamberí, y la “Virgen de la Salud” en Tejares. Los vecinos del barrio de Chamberí fueron un ejemplo de participación ciudadana. Cuando solicitábamos a los barrios que nos dijeran cuáles eran sus preferencias para iniciar la urbanización de sus calles, los vecinos nos contestaron que necesitaban antes que el asfalto un centro cultural. En aquellos tiempos esta opción solamente se daba en colectivos muy concienciados, y éste lo era.
La presidenta de la asociación de vecinos, Aurelia López, era una líder nata, y logró convencer a los vecinos que lo prioritario era tener un lugar donde reunirse, convivir y tener todo tipo de actividades culturales y sociales. Les hicimos caso, y fue el primer barrio en tener un centro cívico del que han disfrutado la totalidad de sus habitantes dando un ejemplo de civismo. Valga este recordatorio para valorar a Aurelia y a cuantos han ejercido con gran dedicación la presidencia de esta asociación modélica.
Chamberí tenía derecho a una plaza y también a una escultura. Escogimos una que le venía como anillo al dedo. “Viento Sur”, obra de Severiano Grande. El autor quiso representar a un habitante de la barriada que está rompiendo la hucha de sus ahorros para comprar un solar donde levantar su casa. Es la historia del barrio que acogió a campesinos venidos de la provincia para buscar una salida a sus penurias. Se alojaban en un caserío del entonces municipio de Tejares, construyendo sus propias casas y pasando muchas calamidades.
El primero de mayo de 1995 inauguramos conjuntamente la escultura y la plaza que la acoge, y con la que mantiene un diálogo interesante. Chamberí- Alambres es un barrio obrero, orgulloso de su pertenencia a la clase trabajadora, por eso, el día del trabajo fue designado por ellos como festivo. Rodeado del vecindario, que veía como nacía una plaza y una escultura en su barrio que carecía de un ágora para el encuentro, me sentí satisfecho.