Cada año el Ayuntamiento arrasa con maquinaria pesada varios solares de los que es titular: no menos de 300.000 m2.
Es verdad que así elimina todo riesgo de incendio y posibles plagas, «pero con la grave situación que tenemos de pérdida de biodiversidad a escala planetaria esta medida está absolutamente contraindicada», explican desde la asociación Comité Antinuclear y Ecologista de Salamanca.
La solución que proponen desde la asociación sería arar la tierra de forma superficial, dañando mínimamente los suelos y dejando islas sin arar para que aquellos pequeños animales que sobrevivan se refugien en ellas. En otros casos, se podría segar la hierba dejando también islas y permitir que los árboles y arbustos sigan vivos. «No por ser silvestres son menos valiosos que los plantados por el Ayuntamiento», puntualizan.
En estos solares se alimentan multitud de pájaros: jilgueros, pardillos, verderones y las tan apreciadas golondrinas. Son reservas importantes de biodiversidad muy desconocidas pues son espacios de transición entre el campo y la ciudad aptos para la alimentación y refugio para pájaros, pequeños mamíferos, insectos, lagartijas, inofensivas culebras, etc. «Los humanos necesitamos a la naturaleza y esta ofrece servicios esenciales para nuestra vida, porque somos parte inseparable de ella. El daño que le hacemos nos lo hacemos a nosotros mismos», matizan desde la asociación.
La belleza y diversidad de plantas que pueden o podrían ofrecer estos solares tampoco hay que desdeñarla. Si los comparamos en estos días de primavera con cualquier jardín, seguro que los valoramos más que esos jardines artificiales.
«Muchos de esos pequeños animales citado ni siquiera podemos verlos ni oírlos en la mayoría de los parques de la ciudad, pues el modelo de parque que tenemos está demasiado intervenido y es tremendamente artificial; de ahí la necesidad de cuidar estos espacios marginales que representan una mínima parte de la superficie urbana. No hay ninguna razón para no hacerlo. Quizá una sola: la ignorancia», concluyen.