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Opinión

Catorce

La ermita de Pereña de la Ribera.

El 14 de mayo se celebra la romería de la Virgen del Castillo en Pereña de la Ribera, una romería concurrida a la que tradicionalmente acuden también vecinos de pueblos próximos, incluso de Portugal; este año, al ser domingo, seguro que el número de ‘romeros’ aumentará notablemente dado que coincidirán los vecinos de Pereña con los que acudimos desde lugares más alejados, especialmente de Madrid, Zamora y Salamanca.

La mañana en el teso es muy agradable: mientras los más devotos acuden a la misa a las doce el resto deambulamos saludando a viejos conocidos, a los que en la mayoría de los casos no habremos visto desde el año anterior; en mi caso también a antiguos pacientes que he atendido durante muchos años en el hospital Clínico, una doble satisfacción. Saludos y conversaciones tienen lugar entre altramuces, aceitunas aliñadas, almendras garrapiñadas o tapas de queso, acompañado todo ello de algún vino DO Arribes, de Pereña obviamente, o cerveza según se tercie.

Finalizada la misa y el canto a la Señora del Castillo con el tradicional Pereña te saluda, mientras el padre Duero parece dormido abajo en su cañón, continúa el deambular por el teso del Berrocal entre peñas de granito, disfrutando de unas vistas inmejorables sobre el rio y observando las flores silvestres características de la zona, abundantes en esta época, entre la que destaca la digitalis purpurea. También pueden observarse flores de retama, lavándula o lirios. Un espectáculo de color para la vista.

Tras los saludos matinales y el paseo llega la hora de la comida. Cada familia o grupo de amigos ha escogido un sitio donde estirar la manta trapera para dormir la siesta y donde previamente, entre mesas y sillas plegables, se da buena cuenta de las viandas correspondientes: ensaladas, empanadas, hornazo y tortillas, además de la espléndida paella que organiza el Ayuntamiento. Es también otro momento para deambular entre las mesas y saludar a aquellos a quienes no has podido estrechar la mano hasta ese momento.

Para los que vivimos fuera del pueblo es un viaje a las raíces que tiene además sentido de trascendencia ya que lo hacemos en nombre propio y en nombre de los que ya no están, que nos llevaban a ‘catorce’ cuando ellos vivían y que nos transmitieron el cariño al terruño y el simbolismo que tiene el 14 de mayo para todos los hijos de Pereña.

Al caer la tarde, antes de iniciar el regreso a Salamanca, es el momento de pasear por el pueblo y disfrutar de los murales del certamen ‘EmPEREÑArte’ que convoca cada año el Ayuntamiento y que decoran numerosas calles del pueblo. Seguiremos yendo a ‘catorce’ mientras el cuerpo aguante, por los que fueron y por los que somos.

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