El arco del Perdón

JESÚS MÁLAGA: ‘Desde el balcón de la Plaza Mayor’ (Memorias de un alcalde)
El arco del perdón, en la avenida de la Aldehuela.

[dropcap]T[/dropcap]ermino con una referencia al Arco del Perdón. La cofradía de la Seráfica Hermandad del Santísimo Cristo de la Agonía ha tenido para mí desde niño una significación especial. El Domingo de Ramos por la tarde, después de desfilar por la mañana con el colegio en la procesión de la Borriquilla, la familia nos dirigíamos a ver la salida de la procesión del Perdón de la iglesia del convento de las Bernardas, en lo que hoy es colegio de los Escolapios.

Mi padre nos explicaba que un preso sería liberado de la cárcel. Todo el proceso de capuchones, delincuente y prisión disparaba mi imaginación infantil. Confieso que siempre que puedo me acerco a ver el desfile.

En los años de mi alcaldía estaba de hermano mayor Bernardo García San José, un hombre bondadoso, que siempre valoró mi gestión, y la defendía en público. Dueño de una tienda de juguetes, fue de los pocos comerciantes que valoró positivamente la peatonalización de las calles más céntricas de Salamanca.

Me visitó con Moneo, hermano de la cofradía, para manifestarme que estaba preocupado con la desaparición de la prisión provincial y su traslado a Topas. El acto de entrega del preso indultado sería imposible realizarlo con la prisión a tantos kilómetros de la ciudad.

También me informó de las celebraciones con motivo de los cincuenta años del primer desfile procesional de la cofradía. Acordamos construir un arco monumental que sirviera para realizar la incorporación del preso venido desde Topas.

Efectivamente, la Cruz y el arco se construyeron a gusto de los cofrades y se inauguraron el Domingo de Ramos de 1995, en la tarde del 9 de abril, con presencia de miembros de todas las cofradías de Salamanca. Desde 1996 la procesión recala en este lugar para liberar al preso, acto que da relieve a la cofradía.

En enero de 1982 se instaló una fuente en la confluencia de la Gran Vía con la calle Azafranal. La escultura de Bretón, como ya hemos indicado, volvió a la plaza de su nombre. La fuente luminosa, en forma de trébol, se convirtió en el lugar de las celebraciones deportivas. Importó 1,5 millones de pesetas.

En abril se recuperó la fuente de La Alamedilla. Se había convertido en una gran maceta, papelera y basurero. Se trabajó en la impermeabilización del vaso y se revisaron los circuitos. Salamanca ha mantenido siempre mal sus fuentes, es hora de que se comience la reconciliación con el agua, a la vez que ya se está haciendo con las zonas verdes.

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