Tamara, para vender y casar solo hace falta abaratar

Tamara Falcó. Imagen. Instagram.

Tamara Falcó logró que numerosos espectadores cambiaran la concepción que tenían de ella, como una pija que balbucea al hablar, por una mujer trabajadora, simpática, entregada y generosa a través del talent de cocina Masterchef Celebrity.

Los seguidores en las redes se dispararon, con ello los contratos publicitarios y tuvo hasta un reality en una plataforma, con Nobel incluido. Una colaboración semanal en un programa de éxito, donde se le han visto demasiadas veces las costuras, falta de coherencia y mucho trastabillo entre una palabra y otra que, en lugar de concluir en una frase coherente, son sus risas ahogadas el análisis más certero de su realidad.

Noviazgo, deslealtad, nanosegundo en el metaverso, reconciliación, compromiso, boda a la vista y ahora, como ella asegura en la biblia de su corazón se ha quedado “compuesta y sin vestido”.

A Sophie et Voilà, la firma vasca que había elegido la marquesa de Griñón, no le ha temblado el pulso en romper el contrato con ella. Sabiendo que era una plataforma publicitaria muy buena, pero parece que el dinero, fama y popularidad no son suficientes por tener que resignarse a claudicar sobre sus principios y señas de identidad, por una persona cuya vocalización es tan escasa que los matices se deslizan sin llegar, ni siquiera, a hilvanarse.

Tamara Falcó lleva queriéndose dedicar al mundo del diseño desde hace más de una década. No lo ha logrado. Sus diseños aportan a la moda, lo mismo que una cadena de hamburguesas a la gastronomía. Nada. Creaciones aburridas, sin arriesgar nada y con diseños que no empoderan a las mujeres. Los grandes de la moda siempre dicen que sus piezas están destinadas a mujeres fuertes y decididas, que llevan el vestido, no el vestido a ellas.

Precisamente, Tamara Falcó se ha querido fijar en una de las grandes firmas, pero tanto entusiasmo le ha puesto que desde Sophie et Voilà le han tenido que decir que sienten un profundo respeto por la creación artística de otros compañeros y que su ética empresarial les impide traspasar ciertos límites que pondrían en peligro la autoría original del diseño.

Tamara Falcó tiene más de 40 años, pero se sigue comportando en público como cuando se sacó el carné en Guadalajara y tuvo su primer accidente de coche. Los mismos movimientos de manos, gestos en el rostro y miradas que buscan auxilio. Quizá todo sea el personaje que se ha montado y que le está dando réditos. El infantilismo está de moda. Nadie quiere crecer.

Puede ser que este sea el motivo por el que sigue utilizando la casa de su madre, Isabel Preysler, a la que llama en público ‘mami’, para hacer sus editoriales de moda, cocina y lo que se tercie.

Dice un refrán que para vender y casar solo hace falta abaratar. Seguro que la venta de la exclusiva de sus grandes días no será barata… lo otro, quizá no esté ni en el cajón de los saldos.

No obstante, al igual que Sophie et Voilà trasladarle a la marquesa de Griñón los mejores deseos para el día de su boda.

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